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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 22:28

Sin novedad en el frente

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

Tras las sangrientas guerras mundiales que tanto golpearon a Europa, hemos acabado por construir una burbuja en la que casi no entran los ecos de las terribles guerras y enfermedades que suceden hoy mismo en un mundo cada vez más empequeñecido por las comunicaciones globales. Las imágenes de los degollados por el Estado Islámico de Irak; el avión derribado, los muertos en combate en Ucrania; las acciones de guerra entre palestinos e israelitas; la mortífera epidemia del ébola en el África Occidental; suceden en otro lugar, casi en otro planeta. Sin embargo están vivas ahora mismo y aquí al lado, y atentan sin ninguna duda contra nuestra seguridad y nuestro bienestar.

Como también están aquí y son una realidad la barbaridad de los gastos súper-millonarios de los Estados de toda Europa por encima de sus posibilidades, generando un monstruoso déficit y aumentando la deuda pública que no se podrá pagar en varias generaciones, por la incompetencia de unos gobiernos que, en lugar de administrar eficientemente los bienes de los ciudadanos, han seguido expandiendo el gasto, pensando en réditos electorales de corto plazo: reelecciones conseguidas a base de no despertar la ira de los empobrecidos ciudadanos, dándoles la falsa ilusión de que el bienestar puede ser gratis, de que pueden seguir gastando, como si las fuentes del dinero no fueran esos mismos ciudadanos y tuvieran un caudal inagotable.

Está claro que no van a acabar las guerras, pues no hay en el panorama líderes capaces de conducir los asuntos de forma que los conflictos se solucionen sin reventar. Los organismos supranacionales, que podrían servir de contención, no funcionan. Todo lo más proporcionan una cierta estabilidad a las zonas ya devastadas por las guerras, después de que estas hayan sucedido. Tampoco parece que haya una conciencia clara, un consenso mundial, de que las enfermedades no se paran en las fronteras y que su expansión es una amenaza real para el conjunto de la humanidad, para pelear efectivamente contra las epidemias salvando más vidas. ¿Demasiados intereses de la industria en ambos casos? Puede. Desde luego demasiada ceguera de ciudadanos de países ricos, que podrían hacer algo más por ayudar a los que no tienen nada.

Por otro lado, tras siglos de evolución civilizada, la especie humana no ha sido capaz de conseguir sistemas para que nuestros dirigentes sean personas en que prevalezca la voluntad de servicio y el bienestar de la gente. ¿Qué tendría que suceder para que los gobernantes no incurrieran en los despilfarros y corrupción que vemos a diario? ¿Cómo podría ser el método de elección de nuestros padres de la patria para que su mandato se desarrollara de forma justa y que los fracasos de su gestión fueran sólo fallos humanos sin mala voluntad y no el resultado de seguir políticas manifiestamente erróneas?

Sin novedad en el frente quiere decir que todo sigue igual, “estable dentro de la gravedad”. Resulta un poco deprimente encontrar tan poca vida inteligente en este planeta.