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domingo, 21 de diciembre de 2025 | Última actualización: 17:50

Cuando el trabajo va más allá de la necesidad (Workaholism)

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Maria B. Alonso Fabregat. Psicóloga Clínica y Forense. Coordinadora UNED, Castellón.

Qué duda cabe que amar lo que hacemos, en cualquier momento del día a día,  es algo que nos llena de felicidad, que nos da paz, que hace que nuestra mente y nuestro cuerpo esté en armonía, que el sistema bio-psiquico que somos, este en equilibrio.

Si tenemos en cuenta que el trabajo, ocupa un tercio de nuestras vidas, es decir, que vamos a dedicar a esa actividad que nos reporta  'salario' suficiente o debería ser así, para sobrevivir, en nuestras necesidades básicas y en otras que hemos ido creando a lo largo de nuestra historia e evolución como especie,  por todo lo dicho, llegados a este punto es vital,  la calidad de relación que establezcamos con dicha actividad, tan necesaria para nuestra supervivencia.

En segundo lugar, es muy importante en el caso de la especie humana, esa llamada 'actividad laboral', que debe de cumplir varios requisitos, nos nutra no solo en las necesidades básicas que definía Maslow (alimento y otras necesarias para supervivencia del organismo como la seguridad), también en las necesidades de segundo orden, siguiendo  la teoría de la 'Pirámide de las necesidades de Maslow' (nos integra como miembros de una sociedad, cubre la necesidad de afiliación, mejora nuestra autoestima, aporta un plus al  crecimiento y auto-realización personal…).

Aclaramos pues, que el trabajo mejora la autoestima, en cuanto que para su realización funcionalmente óptima, en cualquier puesto laboral, es fundamental la experiencia y el buen trabajo. El trabajador así comprueba que sus conocimientos y su experiencia le llevan a desempeñar adecuadamente un puesto laboral y eso le hace sentir útil y válido como individuo. Empoderándose como trabajador y por ello como sujeto social.

Siguiendo valorando otro de los componentes reforzantes de la actividad laboral, el sueldo o salario, le reporta el cumplimiento de una serie de expectativas para el asalariado y quizás su entorno: poder pagar una hipoteca, poder realizar ciertas actividades gratificantes, comprarse un coche, vacaciones y otras. Este hecho lo ubica en un espacio social determinado y un rol dentro de su grupo primario, familia, que lo hace otra vez sentir que tiene un sentido y un destino como ciudadano y miembro de un grupo social.

Con todo lo anteriormente expuesto, el asalariado queda acreditado como sujeto social adaptado, útil y validado,  con capacidad de realizar y realizarse en otros roles sociales que se esperan de él o ella: formar familia, mantener ciertas adquisiciones, mejora o mantenimiento de su estatus dentro del grupo, mejoras de su posicionamiento laboral…Pero no hay que perder de vista que este rol de asalariado dentro del grupo social de referencia, pertenece a  la cultura que lo sustenta y que lo fomenta, que por tanto en toda sociedad habrá tanto a nivel implícito como explicito, un marco de referencia donde quede claro para todos los sujetos lo que se espera de él, lo que es correcto , que roles van a desempeñar sus miembros. Ese marco de referencia se socializa desde la más tierna infancia y les da identidad a los miembros de la cultura dada en un momento histórico.

Siguiendo con el punto anterior, no es de extrañar, en la sociedad actual, el reverso de esta realidad inmersa en una sociedad en crisis económica. Donde sus miembros no pueden satisfacer aquellas expectativas que la sociedad espera de ellos, donde ellos mismos como miembros de una sociedad, no se ven inmersos en estas formas esperadas de proceder Continuamente los medios de comunicación nos bombardean con datos de paro, de todas las consecuencias para los ciudadanos que por desgracia perdieron esa llamada 'actividad laboral', provocando que día a día se vaya mermando la calidad de vida de muchos personas y familias por la pérdida inicial del empleo y todas las perdidas subsiguientes, que lleva esta situación, hasta el extremo de poder llegar a “tener el deseo de desaparecer”, por mencionarlo de forma suave. Desprogramándose toda la acreditación lograda como individuo social y rol familiar y en último término después de muchas pérdidas materiales, se llega a la perdida de la salud.

Pero como en el caso de cualquier otra acción o actividad humana, nada es simple, nada es lineal, el ser humano es complejo, puede incluso llevar a actividad libre, sin más requerimiento, porque si, porque le apetece, porque le satisface sin más y también puede llevar a actividad  socialmente aceptada a ser patológica. Convirtiéndose aquella acción o actividad que era necesaria para la supervivencia y su realización como ciudadano y miembro de un grupo social, en una actividad disfuncional que se trasforme en sí misma,  en la razón de ser en un individuo, sola esa y nada más que esa. Perdiendo valor cualquier otra actividad significativa de su entorno.

Aparece la dependencia del trabajo en sí misma, no la dependencia para cubrir necesidades. Ahora se trasforma en 'el vivir para trabajar, no el trabajar para vivir'. En muchos casos los llamados “dependientes del trabajo”, pueden llevar a la extenuación transformándose e invirtiéndose el tiempo de vida, si antes un ciudadano emplea un tercio de su vida en trabajar, un sujeto con esta patología invierte y puede dedicar dos tercios de su vida al trabajo. Perdiendo vida familiar y vida social,  provocando aislamiento, llevando aquella conducta adaptativa que lo programaba para sus roles sociales esperados en conducta exacerbada y fuera de control... Pero la mayor de las pérdidas es la propia salud bio-psico-social, llevándole a sufrir cuadros clínicos patológicos, que precisa intervención y atención especializada. Invirtiéndose  en el día a día, del dependiente del trabajo o adicto al trabajo, aquello que era para su ubicación como individuo, dentro de la sociedad y del grupo, se trasforma ahora en aquello que lo va aislando de dicha sociedad y de dicho grupo, llevando en muchos casos a la ruptura de lazos afectivos y de afiliación o pertenencia.

Los expertos que han estudiado tal problemática comportamental, de 'trastorno por dependencia del trabajo' o en inglés 'Workaholism', indican que hay una serie de indicadores, que deben de ponernos alerta a la hora de buscar ayuda, para nosotros mismos o para alguien de nuestro entorno.

  • Se ve muy afectada la vida familiar y personal por culpa del trabajo, no habiendo límites claros entre ambos contextos.
  • Ideas sobrevaloradas sobre el trabajo y la importancia de su dedicación.
  • Ampliar la jornada laboral habitualmente o siempre, más allá de diez horas diarias.
  • Trabajar aún fuera del contexto laboral y fuera del horario, en casa , a altas horas de madrugada, llevarse materiales de fin de semana, trabajar en vacaciones, atender llamadas de trabajo en tiempos de ocio, estar disponible todos los días del año….
  • Argumentar e intentar racionalizar su exceso de implicación en el trabajo.
  • Disputas y otros conflictos familiares y amigos por las ausencias en momentos importantes….
  • Dejar de atender hábitos saludables y conductas en pro de prevenir la salud….
  • Mono-tema el trabajo, no desconectar del trabajo y hablar siempre sobre el trabajo, estar siempre pensando en el trabajo.
  • Hábitos alterados, como el sueño, la ingesta y otros…
  • Alteración emocional con cambios de humor y altibajos e irascibilidad marcada…