Luis Andrés Cisneros.
Esta era una de las expresiones que, con más frecuencia, pronunciaba mi suegro (q.e.p.d), salmantino de pro y persona de rectitud y honradez a prueba de bombas.
Dicha frase la usaba para expresar su hartazgo cuando su interlocutor se repetía hasta la saciedad, sin que el mismo enmendara sus palabras, aunque fueran erróneas e, incluso las repitiera machaconamente, aunque se hubiera dado por zanjado el asunto.
Pues bien, en nuestra España actual, tenemos multitud de ocasiones para poder soltar la tan castellana frase. En todos los ámbitos, pero sobre todo en el político, se repiten, hasta la saciedad, hechos e intervenciones que, de tan manidas, producen verdadero hartazgo.
Empezaremos por el ‘cansino’ tema de la consulta sobre la secesión (independencia no puede ser, ya que Cataluña nunca ha sido una nación), que preconizan los Puigdemonts, Rufianes o Junqueras de turno. Llevamos años con la cantinela y, a pesar del rechazo internacional, siguen con la ‘burra’.
Por su parte, el ¿Gobierno? de España, sigue haciéndonos usar el proverbio de marras, ya que, de la palabra ‘dialogo’ no hay forma humana de que pronuncien otra distinta. Será que, o no saben o que no se atreven. Aunque podría ser peor y que fuera una mezcla de ambas cosas.
Las Instituciones como el Congreso, por ejemplo, se han convertido en un espectáculo grotesco, de mal gusto, chabacano y zafio, (aquí sí tendría razón del Alcalde de Valencia, el manresano Ribó) primando los malos modos y la ausencia de educación. Y eso ocurre día sí y día también, con lo cual el dicho de la burra viene como anillo al dedo.
El PSOE, que a lo largo de su existencia ha dado sobradas muestras de que la letra que le sobra es la E (y si me apuran también la O), vuelve con la burra al trigo, abogando por el sueño esquizofrénico de que España es una ‘nación de naciones’, de lo que se deduce que no le importaría nada la ‘balcanización’ de nuestro país.
Ya, a lo largo del pasado siglo, dio sobradas muestras de su amor a nuestro país, con diversas acciones, como el intento de golpe de estado del 34 y la dilapidación y escamoteo de las reservas del Banco de España, así como de lo que miles de españoles tenían guardado en las cajas de seguridad de la citada entidad.
En aquella época, no movieron un dedo por la defensa de los cristianos y, actualmente, siguen demostrando una cristianofobia, diametralmente opuesta a la islamofilia que protegen.
No hay que perder de vista que los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas gobernadas por anti-sistema, secesionistas, hispanófobos y demagogos de la corrección política, están ahí gracias al apoyo incondicional de los socialistas. Tenemos ejemplos no muy lejanos de ello, Castellón, Comunidad Valenciana, Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y un largo etcétera. Llevan ya dos años subidos en el machito del poder, y tomándonos como imbéciles. Vuelta la burra al trigo.
¿Y el PP? Sigue también con la burra, Incumple todo lo que promete. ¿Recuerdan a Rajoy diciendo que derogaría la Ley del Aborto?, ¿Qué bajaría los impuestos?, ¿Qué solucionaría lo de Cataluña? Y no digo más cosas porque no acabaría en una semana. Pues bien, él a lo suyo, no cumpliendo nada, mirando para otro lado, haciendo dejación de funciones, claudicando ante el menor amago de incumplimiento de la ley. O sea, de vuelta con la burra al trigo.
Pero van a hacer el ‘más difícil todavía’ autorizar la enseñanza del islam en los colegios españoles, para que la religión que preconiza la conquista del Occidente Infiel, pueda imbuirse de los preceptos coránicos. Es decir, mientras se persigue la enseñanza de la religión cristiana, se premia y facilita aquella que busca nuestra desaparición. Esta burra es de la época de Don Pelayo.
Ciudadanos también van con la burra. Dicen una cosa en un sitio, y la contraria en el otro, y así continuamente. Y Podemos, a asaltar capillas, a convertirse en casta y a buscar la desaparición de una de las naciones más antiguas del mundo. Cómo hubieran hecho en el siglo pasado.
Nos quedan los partidos pancatalanistas de aquí mismo. Su discurso es el mismo, la eliminación del idioma español, la supresión de la familia como núcleo fundamental de la civilización occidental, la anulación de la libertad de elección de los padres para la educación de sus hijos. Y eso sí, apoyar, de manera profusa, todo aquello que suponga el abandono de España.
Todo lo que sea atacar a nuestro país, nuestros valores y todo lo que nos une como componentes de la nación, probablemente, con más historia del mundo es válido para estos manipuladores del lenguaje que, hacen prevalecer sus espurios intereses por encima del bien general. Estos también siguen con la vuelta de la burra al trigo.
Si mi suegro levantara la cabeza, se pensaría que estaba viviendo una pesadilla, no daría crédito a lo que vería y no podría creerse que los españoles fueran capaces de aguantar lo que están aguantando. A lo mejor, hasta borraría de su léxico la vuelta de la burra al trigo, ya que, y no le faltaría razón, casi nadie sabría lo que significa.
Yo sí que estoy orgulloso de ser español.
¡Viva España!
