José Vicente Ramón Moreno.
A mi mujer y a mis hijas les gusta deambular por los pasillos del llamado ‘Mercado del lunes’ las pocas veces que tenemos fiesta ese día de la semana y este mercado se celebra. Siempre hay alguna cosa que hace gracia y acaba en la bolsa de la compra.
Este lunes pasado así lo hicimos y los cuatro, en comitiva, hicimos el recorrido por los diferentes pasillos del mercadillo. Coincidimos con mucha gente conocida que, como nosotros, no puede visitarlo habitualmente y aprovechó el ‘Lunes de Pascua’ para estos menesteres.
Después de algunos recorridos nos encaminamos hacia el puesto de la ‘Tía Lola’, que hace unos bocadillos exquisitos, y recargamos nuestras baterías para continuar con el resto de nuestro recorrido.
Pero la mañana nos guardaba una desagradable sorpresa cuando decidimos visitar los aseos. Cualquier cuadra de caballerizas o de puercos tendría mejor aspecto. Tanto los vendedores como el público en general salían echando pestes por la indigesta sensación que daban las ‘letrinas de la granja’.
Bien es verdad que el público, en general, suele ser muy poco cuidadoso y que algunas personas sólo se pueden llamar así por su condición humana pero son verdaderamente ‘CERDOS’ sin rebajar ni un solo grado su nivel de insalubridad y con todos los respetos hacia los animales que reciben este nombre. No entro en detalles de cómo se encontraban los cinco lugares diferentes dónde están ubicados los aseos para no estropearles la digestión pero les aseguro que eran vomitivos.
Al margen de los usuarios, creo que la empresa explotadora del Recinto de Ferias y Mercados debería tener un servicio de limpieza diligente que hiciera su trabajo y permitiera unas mínimas condiciones de higiene para el uso de estos aseos y no el abandono tercermundista con el que nos encontramos allí.
