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lunes, 22 de diciembre de 2025 | Última actualización: 23:02

Los grandes hermanos

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.

Estamos en plena canícula de verano, en una de las semanas reinas del periodo vacacional y no se trata desde estas líneas hacerles reflexionar sobre temas complejos o profundos, aunque naturaleza obliga por lo que les propongo un breve mirar atrás hacia ese programa que tantos ingresos y audiencia ha dado a Mediaset; le ocurre igual que a las revistas del corazón, que nadie confesaba hasta hace muy poco leerlas, pero son las de mayor tirada con diferencia.

En el susodicho programa y con el devenir de las diferentes temporadas, lo que inicialmente eran insinuaciones en aspectos tan diversos como el desnudo, la intimidad del cuarto de baño, de los dormitorios y se pasó abiertamente a presuponer y visualizar relaciones íntimas entre componentes del mismo o diferente sexo, a escuchar abiertamente conversaciones que se suponen privadísimas y así un largo etcétera de incidencias en la relación de personas de perfiles muy distintos pero  buscados y elegidos por profesionales para "dar juego", eso sí previo contrato a lo americano en el que todo se especifica y por el que  todo se cobra.

Por desgracia tenemos demasiados grandes hermanos que se infiltran en nuestra vida y escudriñan de un modo descarado, por no decir obsceno, en nuestras cosas, en nuestra intimidad, acumulando información que se compra y se vende con fines comerciales, aunque en ocasiones se vulnere nuestra intimidad y a diferencia del programa televisivo, sin ofrecernos  nada a cambio.

La presentación de documento que nos identifique es hoy imprescindible para compras con tarjeta de crédito, recepción de un envío postal, o subir a un avión. Hasta aquí lógico, pues es un modo relativamente eficaz de evitar suplantación de personalidad, ahora bien los otros Grandes Hermanos quieren más y cada vez que nos relacionamos con ellos pretenden obtener más datos, tales como fecha de nacimiento, lugar exacto de residencia, profesión, gustos, preferencias, etc.

En la actualidad destacan como grandes acumuladores de información las compañía de telecomunicaciones, esos monstruos de múltiples cabezas con millones de clientes, donde todos los servicios son subcontratados y prestados por otras empresas, de las que a su vez son propietarios o socios, pero no son ellos, machacándonos posteriormente con publicidad, ofertas de venta, y pudiendo vender nuestros datos a otras empresas "con fines publicitarios".

Sirva como ejemplo lo acaecido  recientemente en una tienda de Movistar, Gran Hermano por excelencia, en la que  exigían a un cliente para a la realización de una gestión sobre una línea de la que era titular no solo identificarse sino además escanear y quedarse con una copia de su DNI, más allá de lo que  la ley y la prudencia  exigen.

Posición prepotente, de claro  abuso -frecuente en las compañías  de su ramo-que no hemos de permitir y ante las que los  españolitos de a pié debemos  sublevarnos. La privacidad es derecho básico que hemos de defender a capa y espada; tengamos presente que nunca sabremos a ciencia cierta  la intención última de manejo de nuestros datos.