Noticias Castellón
viernes, 10 de mayo de 2024 | Última actualización: 14:30

9-N, del muro de Berlín a la consulta catalana

Tiempo de Lectura: 3 minutos, 51 segundos

Noticias Relacionadas

Jorge Fuentes. Embajador de España.

Comprendo que España está tan ensimismada en la  crisis económica que no cesa, la corrupción que crece y la ruptura territorial que mañana mismo conocerá un nuevo capítulo, que no tiene tiempo ni ganas de ver lo que ocurre más allá de sus fronteras ni más allá del día a día.

Parece que fue ayer pero ya hace 25 años, cuando cayó el Telón de Acero y fue derribado el Muro de Berlín, uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea que, en 1989, dio por finalizado el siglo XX y abrió las puertas al XXI. Ya saben ustedes que los siglos político-históricos no suelen coincidir con los cronológicos.

Al fin de la segunda guerra mundial el comunismo soviético fue exportado a sus vecinos inmediatos desde Polonia a Bulgaria, en una operación cocinada en Yalta y Postdam que no figura entre los capítulos más gloriosos de la reciente Historia de Europa.

Durante 44 años Europa quedó dividida  de forma cruel. Las libertades en el Este se vieron cercenadas rotundamente tanto las políticas como las económicas, las culturales y las religiosas. El comunismo intentó controlarlo todo: desde el voto al pensamiento y la creencia. Si no lo logró al cien por cien es porque, afortunadamente, era un sistema imperfecto y la población no se dejó doblegar como quedó de manifiesto en los levantamientos liberadores en Hungría y Polonia en 1956, en la Primavera de Praga de 1968 y especialmente con el nacimiento de Solidaridad de Lech Walesa en los astilleros de Gdansk, movimiento que acabaría con el bloque soviético, con el Telón de Acero y con el Muro de Berlín.

Conviene no olvidar estos hechos y el dolor y la pobreza que el totalitarismo comunista infligió en los países que lo sufrieron. El estalinismo causó más número de víctimas que el nazismo y sacrificó la vida de tres generaciones de la mitad de Europa. Es importante recordarlo en estos tiempos en que las dificultades sociales y económicas conocidas, buscan soluciones con fórmulas de extrema izquierda que se mueven, en España, en terrenos a veces más radicales que los aplicados en muchos momentos, en el bloque soviético, por añadidura sazonados con ingredientes bolivarianos.

Por mucho que el ideario de las nuevas corrientes reformistas se moderen a medida que se acerque la etapa electoral, el ejemplo de lo que ocurrió en Europa hace solo 25 años debe ser muy tenido en cuenta. Es bien sabido que los pueblos que olvidan su Historia están condenados a repetirla.

Es verdad que el día 9 de Noviembre próximo se celebra una efemérides muy visual y concreta, la caída del Muro de Berlín. Da la impresión de que ese muro llegó a simbolizar la división entre el mundo libre  y el sometido. El fin del comunismo no lo propició, sin embargo, la República Democrática Alemana; de hecho, la disciplina germana hizo que el comunismo funcionara mejor en la RDA que en ninguno de los restantes países del Pacto de Varsovia. Pero sin Juan Pablo II, sin Walesa, Gorbachov, sin Reagan, sin Willi Brandt, el telón de acero y el muro hubieran sobrevivido aun dos o tres décadas más.

Qué triste coincidencia: el 9-N Cataluña dará su parecer, en una consulta absolutamente ilegal, sobre si desea o no continuar como parte de España. Hace 25 años las dos Alemanias se reunificaron y hubo una corriente semejante en otros países divididos en el mundo (Yemen, Corea, China). Hoy España parece querer nadar contracorriente  y buscar la ruptura. Es cierto que con la caída del comunismo países como la URSS, Yugoslavia y Checoslovaquia se dividieron dando lugar a 20 nuevas repúblicas. También es verdad que aquellos tres antiguos Estados  apenas tenían medio siglo de experiencia en común y que las 20 nuevas Repúblicas tenían una larga historia como países independientes. Nada de esto ocurre en España. Pero eso a los líderes catalanes les importa poco. Si hay que ir contra la corriente mundial, se va. Si hay que navegar contra la Historia, se navega. Nosotros, o por lo menos Cataluña, somos así. Por el momento y visto cómo funciona el censo electoral para el día 9-N ya podemos inscribirnos todos los españoles. Puede usted hacerlo como ‘El guerrero del antifaz’.