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martes, 23 de diciembre de 2025 | Última actualización: 22:01

Reforma del callejero

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Pasear por las calles de una ciudad es una sencilla lección de Historia del tal localidad y también del país en que se encuentra. Por ello es necesario pensar con calma y tino los nombres que se escogen para bautizar tantas avenidas, bulevares, plazas, monumentos; y también que prohombres van a ser merecedores de una estatua o una placa en nuestras ciudades.

Muchas veces, cuando nos perdemos por callejas de las afueras de una urbe, descubrimos nombres de celebridades que fueron gloria en vida y que no se hubieran sentido felices de verse inmortalizados en tan modesto entorno. Otras veces, por el contrario, vemos elegantes avenidas dedicadas a personas que nadie sabría identificar. Para salir de dudas es muy útil la lectura de libros que incluyen el quien es quien en las calles de una ciudad. Por cierto notaran que quienes se llevan la palma de la inmortalidad son los políticos, los militares (es decir, los que mandan) y también los científicos y los escritores.

Insisto en que la elección de los que van a ser inmortalizados es tarea muy seria ya que sería deseable poder asumir todas las elecciones y no tener que andar cambiando el callejero cada vez que cambia un gobierno o un régimen. Para bien o para mal cada página de nuestra Historia es la que es y no es posible reescribirla. El problema viene cuando durante una etapa se produce un excesivo enaltecimiento de algunas figuras con el resultado que todas las plazas y las avenidas principales de todas las ciudades llevan su nombre. Inevitablemente será necesario modificar muchos rótulos, derribar estatuas y resituar las cosas en su justa proporción.

Lo que está ocurriendo en estos días se pasa de la raya. En virtud de una propuesta de la desfalleciente Izquierda Unida y con miras al cumplimiento de la Ley de memoria histórica, el Ayuntamiento de Madrid pretende modificar el nombre de 165 calles de la ciudad.
Para no pecar de intransigente diré que me parece bien que algunos de los "inmortales" sean desmitificados, por ejemplo, la larguísima lista de militares (generales Yagüe, Varela, Millán Astray, Dávila etc.) del mismo modo que años atrás las calles General Mola y García Morato recuperaron las antiguas denominaciones de Príncipe de Vergara y Santa Engracia.

Menos claro esta tener que variar señas como Victimas de Paracuellos, Caídos de la División Azul o alternativamente Brigadas Internacionales o Dolores Ibárruri o similares que creo deberían quedar como están para evitar vaivenes por la alternancia política que se produjera en los ayuntamientos.

Totalmente disparatada me parece la selección de personalidades con Eugenio D'Ors, Manuel Machado, Gerardo Diego, Josep Pla, Mihura, Jardiel Poncela, Gómez de la Serna, Maeztu, Turina, Víctor de la Serna, Juan de la Cierva, Dalí, Juan Banus y hasta el mismísimo Manolete cuyas calles deberían cambiar de nombre. Si Madrid se mete en ese berenjenal y Barcelona borra del callejero a los Borbones pronto veremos una lista de cientos de intelectuales de izquierdas que deberían ser también borrados del mapa y antes de nada no sabremos como orientarnos cuando visitemos esas dos magníficas ciudades.