Jorge Fuentes. Embajador de España.
Hace poco más de un año, en Abril de 2015, el afamado y escandaloso novelista francés Michel Houellebecq publicó su, por ahora, última obra con la que rizó el rizo y que le iba a crear no pocos problemas.
La novela se llamaba ‘Sumisión’ y su lanzamiento coincidió con el atentado terrorista contra la revista Charlie Hebdo. Por razones que enseguida comprenderán Houellebecq tuvo que desaparecer del mapa durante una buena temporada, temiendo que podía ser objeto, él mismo, de una agresión islámica un poco a la manera de Salman Rushdie a quien sus ‘Versos satánicos’ convirtieron en enemigo público número uno del islamismo y aun hoy (¡28 años después!) anda medio escondido por el mundo.
Pues bien, ‘Sumisión’ relata la ficción de que en 2022 después de que Francois Hollande fuera reelegido a la Presidencia de la República Francesa y huyendo caer en brazos del Frente Nacional de Marine Le Pen, triunfa un partido islamista de un tal Mohamed Ben Abbas, con el apoyo de la derecha y de los socialistas. Huelga decir que tal huésped en el Eliseo, pese a su moderación, transforma profundamente la vida en Francia.
Cuando leí la novela pensé que esta vez el autor se había pasado muy mucho. Pues ya ven, me equivoqué. Y si no miren lo que acaba de ocurrir en Londres. Sadiq Khan, musulmán, abogado laborista, nacido en Inglaterra hijo de inmigrantes pakistaníes de la clase obrera, acaba de acceder a la alcaldía de Londres, la mayor capital europea.
No es como para echarse a temblar ya que Khan es un político moderado, convencido europeísta -no como su predecesor en el cargo, Boris Johnson, partidario del Brexit en el referéndum del próximo Junio- y que logra para la izquierda británica este importante premio de consolación ya que en el conjunto de las elecciones municipales, el partido Labour ha recibido una importante derrota que reduce sus posibilidades de cara a las generales de 2020.
De la ficción a la realidad. Lo cierto es que tenía mayor credibilidad la novela de Houellebecq que la realidad del alcalde londinense y ello por la simple razón que la población musulmana en Francia es del 8%, en su mayoría magrebíes muy superior a la que existe en el Reino Unido (5%, casi todos pakistaníes, indios y de Bangla Desh) y aunque el City Hall no es Downing Street y mucho menos el Eliseo, todo es posible en el mundo en que vivimos y si no, recuerden el panorama que vislumbramos en nuestro Parlamento durante la breve y recién clausurada legislatura. O recuerden también que Manuel Valls, Primer Ministro de Francia es un catalán de pura cepa y que la alcaldesa de París se llama Ana Hidalgo y nació en San Fernando (Cádiz).
¿Y Burriana? ¿Cómo encaja en todo esto? Pese a que esta querida ciudad, con sus 35.000 habitantes posee cerca de medio centenar de minorías nacionales, por el momento -y confío que por muchos años- el gobierno del consistorio está en manos españolas, lideradas por la socialista Maria José Safont, honrada, paciente y conciliadora. Ya saben que ha formado coalición con Compromís y Podemos. Y yo me pregunto, ¿Por qué se habla tanto del gobierno a la valenciana? El modelo debía ser Burriana. En Valencia mandan dos (¿o una?), en Burriana mandan tres ¡Por un gobierno a la burrianense!






























