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domingo, 21 de diciembre de 2025 | Última actualización: 21:27

Crónicas varsovianas

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Apenas llevo tres semanas en Polonia y he sido testigo de tres de los más importantes acontecimientos del año e incluso del lustro, a saber: las elecciones generales que dieron un importante giro a la derecha al país, la celebración del Día de Difuntos y la Fiesta Nacional polaca. Puesto que ya les hablé del primero de los tres eventos, lo haré ahora de los otros dos empezando por el día de Todos los Santos.

Mientras que en el resto del mundo occidental Halloween está ganando la partida al recuerdo de nuestros seres queridos, en el mundo eslavo y en particular en la muy católica Polonia, el 1 de Noviembre es una de las dos festividades religiosas más importantes del año, en muy seria competencia con la Navidad.

En esa fecha, los cementerios, muy visitados todos los días del año se adornan con sus mejores galas y los kioscos de flores y velas cubren kilómetros de aceras en los alrededores de los camposantos. Las familias se desviven para visitar las tumbas de sus seres queridos aunque para hacerlo tengan que viajar a varias localidades si es que sus familiares no descansan en un mismo cementerio. Están estos abarrotados de visitantes, como también lo están las tumbas familiares -siempre subterráneas, no en nichos-, plagadas de arreglos florales y de candelabros de mil colores.

bandera poloniaVisitar el cementerio militar de Varsovia, Powonski, es recibir una lección de Historia ya que en él se encuentran los pro hombres de la vida política, militar y cultural que conocíamos por los libros. También veremos innumerables cruces que recuerdan a los jovencísimos héroes que participaron en levantamientos e insurrecciones en los momentos críticos en que la patria demandó su sacrificio.

En todos los países que conozco, incluido el nuestro, existe un gran respeto por los muertos a los que recordamos con cariño y respeto a lo largo de nuestras vidas. En el mundo eslavo tal recuerdo se ha sublimado aún más esforzándose en mantener la ficción de vida de quienes murieron ya sea llevando alimentos a las tumbas como hacen los creyentes ortodoxos o multiplicando las visitas y las ofrendas florales.

El tercer acontecimiento en estos días ha sido la celebración de la Fiesta Nacional, el 11 de Noviembre, conmemorativo de la declaración de la independencia de Polonia en 1912, efectuada por el Mariscal Pilszudski, casi tres siglos después de que el país dejara de existir por presión de las potencias vecinas -Rusia, Prusia y Austria- . De ahí que Polonia se haya quejado siempre de su delicado emplazamiento geográfico y de sus ambiciosos vecinos pero a la vez no deje de recordar, como lo hace el himno nacional, que "Polonia no morirá mientras nosotros vivamos".

Hicieron falta muchas guerras y grandes sacrificios para que el país renaciera tras la segunda guerra provisto de una importante superficie       -312.000 Kilómetros cuadrados- y una sólida población que hoy alcanza los 39 millones de habitantes a los que habría que añadir unos diez millones de polacos en la diáspora.

En España acabamos de celebrar la Fiesta Nacional y podemos pensar que nuestro modelo -desfile militar y recepción en el Palacio Real- es el único imaginable. Les contaré el modelo polaco para que vean que hay alternativas.

El miércoles 11/XI se abrió con una misa solemne celebrada en la legendaria Iglesia de la Santa Cruz (famosa por su heroica resistencia anti nazi durante la insurrección de 1944) con participación de toda la cúpula política del país.

A continuación el Presidente Duda coloco una corona de flores en el monumento erigido al Mariscal Pilsudski.

En el Palacio Presidencial, el Jefe del Estado impuso condecoraciones a personalidades destacadas del mundo de la milicia, la iglesia, la cultura y el deporte. Desde su silla de ruedas uno de los laureados, un General de 95 años, pronunció de memoria un discurso de agradecimiento colectivo de 15 minutos de duración.

En la espaciosa plaza de Pilsudski, frente a la tumba del soldado desconocido se desarrolló un solemne acto de tono militar con presencia del Cuerpo Diplomático y de políticos de todo signo.

Simultáneamente, 15.000 personas iniciaron un maratón patriótico en que hombres, mujeres, niños y mayores recorrieron la ciudad ataviados con atuendos evocadores del blanco y rojo de la bandera nacional.
Y por último, a las 2 de la tarde y hasta el anochecer se realizó una marcha/manifestación de unas 30.000 personas en que las pancartas de cada año airean las principales preocupaciones del país. Este año dominó el fervor nacionalista (Polonia para los polacos y los polacos para Polonia) y la reserva frente a la islamización de Europa. Todo transcurrió en paz y acabo con comida y baile en el entorno del estadio nacional del otro lado del Vistula.

No pongo este modelo como ejemplo a seguir pero si como una Fiesta con fuerte participación de todos los sectores sociales del país, algo que en España muchos han echado en falta.