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viernes, 5 de diciembre de 2025 | Última actualización: 17:14

Científicos de por aquí: Mónico Sánchez (III)

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Esta semana terminaremos por fin las peripecias de Mónico Sánchez, un chico apasionado de la electricidad que podría haber sido analfabeto, pero que debido a su determinación y su tesón, se encontraba disfrutando de uno de los períodos más importantes de la historia de la electricidad en la ciudad que empezaba a mover el mundo: Nueva York.

La semana pasada nos quedamos con el desarrollo por parte de Mónico de su gran invento, el aparato de rayos X portátil. Como decíamos, Mónico se había ganado el respeto de los ingenieros de Nueva York, y en especial de Frederick Collins, que estaba desarrollando los primeros teléfonos móviles.

Así, la Collins Wireless Telephone Company contrató a Mónico Sánchez como ingeniero jefe, con la intención de vender su aparato portátil de rayos X, que pasó a bautizarse The Collins Sánchez Portable Apparatus. Por ello Mónico recibió 500.000 dólares, una fortuna en esa época. Sin embargo, la empresa de Collins no fue todo lo bien que suponía, ya que se basó en una gran campaña de propaganda para vender acciones, sugiriendo que la telefonía móvil en coches, trenes y barcos ya era una realidad, sin avisar del problema de calentamiento del micrófono. Esto provocó que cuatro ejecutivos, incluido Collins, acabaran en la cárcel. Cuando estalló el escándalo, Mónico ya había abandonado la empresa.

¿Y qué hizo? En 1912, 11 años después de salir de Piedrabuena, con 32 años y realmente rico, regresó a España convertido en un emprendedor millonario. Y, entonces, se le ocurrió un proyecto increíble, igual que su vida: construir un centro de alta tecnología en su pueblo castellano-manchego y fabricar allí sus aparatos portátiles de rayos X. Su sueño se hizo realidad, ya que en 1913 ya estaba en pie el Laboratorio Eléctrico Sánchez. Un pequeño problema es que en Piedrabuena no había electricidad, pero ese detalle no iba a detener al incansable Mónico, así que montó una central eléctrica en su pueblo abastecida por el carbón llegado en carros tirados por mulas.

Mónico presenció la caída de la Monarquía y la llegada de la Segunda República en 1931, pero cuando comenzó la Guerra Civil no supo dónde situarse. Primero, los milicianos incautaron su laboratorio. Un día, incluso, fueron a buscarlo con una excusa peregrina y, como no estaba, se llevaron a su segundo, que no volvieron a ver con vida. Tras la guerra, sin embargo, el jefe de Falange en la región acusó a Sánchez del asesinato, aunque jamás fue procesado. Mónico murió en 1961, y con él su fábrica, que dejó de vender porque ya no tenía energía. Fue un final indigno de la historia de su fundador.

El ejemplo de Mónico Sánchez es ciertamente inspirador. Es realmente complicado encontrar a alguien tan atrevido, innovador y osado, que fuera capaz de abandonar su casa, de hacerse ingeniero sin saber inglés y de convertirse en un emprendedor. Mónico Sánchez era un hombre de progreso, que volvió de la capital del mundo a su pueblo y quiso elevar el nivel de vida de éste para el beneficio de todos sus conciudadanos. Más como éste son necesarios. Como siempre, comentarios abiertos para sugerencias, ideas… Hasta la semana que viene.