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lunes, 22 de diciembre de 2025 | Última actualización: 23:02

¿Soñar despierto?

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Enrique Domínguez. Economista.

A pesar de lo complejas y difíciles que son las estimaciones de las actividades que no tienen ni luz ni taquígrafos, las cifras publicadas por los Técnicos del Ministerio de Hacienda hasta 2012, último año disponible, no admiten dudas: Más de una cuarta parte de la actividad económica de la provincia no tiene papeles que la avalen, ni albaranes, ni facturas, ni impuestos satisfechos por ellas.

En la provincia de Castellón superamos la media española y, al igual que en el conjunto del país, el peso de lo que llamamos economía sumergida o irregular se ha incrementado varios puntos desde el inicio de la crisis hasta 2011; en 2012, y siempre según la misma fuente, se aprecia un ligero descenso en nueve provincias siendo la de Castellón una de ellas. La crisis, en líneas generales, ha acentuado el recurso a la economía sumergida y gracias a ello, aunque parezca contraproducente, se ha evitado una mayor crispación social.

Y lo mismo cabe decir del momento presente. Porque, aunque no existan, al menos yo no las conozco, estimaciones sobre la evolución de la economía sumergida desde 2013, o sea, desde el inicio de la recuperación de la actividad ¿qué es más previsible, que haya seguido al alza, que se haya estancado o que su porcentaje sobre el PIB haya descendido como ya se aprecia en 2012 en algunas provincias?

Antes de reflexionar sobre el posible comportamiento de la economía sumergida desde 2013, es necesario indicar que también han contribuido a ella nuestras peticiones de transacciones económicas sin factura, la no cotización de trabajadores por parte de algunas empresas, los profesionales que no hacen facturas, una parte de las ventas de productos agrícolas, así como actividades más delicadas como la prostitución o el narcotráfico y determinadas ingenierías financieras, así como las “ventajas impositivas” que las grandes empresas, generalmente, saben utilizar.

Se dice que los elevados impuestos propician ese aumento de la economía sumergida; puede ser, pero creo que la razón es más profunda. Aunque se sea liberal o progresista, aunque se crea que los impuestos deben ser los mínimos o los necesarios, si se tiene la convicción de que deben pagarse, otro gallo nos cantaría.

No ayuda nada el constatar que, en ocasiones, quien gestiona nuestros impuestos los despilfarra o no es trigo limpio; y en estos últimos años los casos de corrupción son cada vez más frecuentes. Todavía en nuestra sociedad el evadir tiene su prestigio y el ‘distraer’ ciertos ingresos se considera normal porque “más malgastan los que nos gobiernan”.

Y por si fuera poco, no tenemos como norma el exigir en qué se gastan nuestros impuestos.

Con esto no quiero justificar una parte de esa economía sumergida, pero sí decir que hace más difícil ser fiel a los principios.

¿Se puede pensar que con la paulatina recuperación de la actividad económica, la economía sumergida habrá reducido su peso en algunas décimas? Algunas estadísticas relativas al periodo entre 2000 y 2007 sí que constatan una pérdida de peso relativo de la misma, si bien vuelve a incrementarse con la crisis y la recesión económica.

La verdad es que soy bastante escéptico porque el entorno político y los casos de corrupción no permiten pensar en una paulatina mayor concienciación de la ciudadanía. La encuesta periódica del Centro de Investigaciones Sociológicas señala desde hace bastantes meses a la clase política como un problema relevante. El paso del tiempo no corrige por sí solo este problema.

Por eso es importante esa concienciación; aunque parezca que es soñar despierto. La elevada tasa de economía sumergida ha contribuido en una parte relevante a reducir la crispación social durante la crisis pero hace cada vez menos gobernable el país. ¿Qué opinan ustedes?