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lunes, 22 de diciembre de 2025 | Última actualización: 23:02

Del 1–O al 31–O de ‘procés’ e identidad

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Alejandro Moreno. Psicólogo. Educador.

Hace tiempo que quiero publicar algo sobre lo que nos martilla a diario en cualquier medio de comunicación, no digo información porque no sé si realmente nos informan, más bien pienso que nos adoctrinan, que quieren que pensemos igual que lo que piensa el sistema y sus poderes fácticos, pero ahí lo dejo como libertad de pensamiento.

Hace tiempo también, que trato de entender y de explicarme qué está pasando en este conflicto al que unos llaman desafío independentista, desafío separatista, ‘procés d’independencia’ e independentismo catalán… y otros más. Y todo el rato me ronda en la cabeza, que una persona como elemento de unidad individual  tiene que decidir lo suyo propio, integralmente y relacionado con su entorno y su mundo social. ¿Qué quiero decir con esto?, pues hacer conciente su identidad, su autoconocimiento de sí misma, de su propio yo y su intencionalidad para la convivencia en su entorno social y en su mundo universal. Su propio Yo y el tuyo son diferentes al de la otras personas, al mío, al suyo.

Pero al mismo tiempo el yo que es diferente es parecido y se identifica con otras personas, porque las características semejantes en ellas producen su agrupación en vínculos colectivos que se expresan de acuerdo a sus identidades. Su forma de pensar, sus creencias, sus valores, sus actitudes y comportamientos, además de un proceso de su percepción de la diferencia con los otros, nos comparamos y fortalecemos un proceso de cohesión grupal en base a estas variables de categorización identitaria.

Nacemos, crecemos y nos socializamos en un entorno que nos facilita esta categorización y este proceso identitario hasta que morimos individualmente o en grupo social. Por qué digo esto, ahora mismo delante de tanto martilleo por la definición del Estado o País en el que vivimos (España 2017), nos encontramos en un constante proceso de autocategorización de nuestra identidad, de ahí las etiquetas que hemos estado escuchando últimamente: Independentistas o indepes, comunes, unionistas, podemitas, constitucionalistas, secesionistas, fascistas, radicales, españolistas, republicanos, monárquicos, rojos, comunistas, catalanistas, falangistas y algunos más. Ante todo este proceso identitario, ondean las banderas con las cuales las categorías sociales y los grupos junto con las personas se identifican.

Todo esto puede ser superficial o no. Las diferentes categorías sociales están a flor de piel de nuestra sociedad y hace falta un proceso transparente y democrático que reconozca esta realidad. No podemos cerrarnos a decir que como nuestra categoría identitaria es la más grande y la más fuerte es la que debe de imperar sobre las otras identidades. La teoría de los grupos dice que los grupos tienen vida propia y un proceso, que comienza, se transforma y/o termina. Hay grupos que nacen, crecen, se reproducen y sobreviven a lo largo del tiempo dentro de procesos de inclusión o integración en otras categorías de evolución de grupo, o sea se desarrollan y se transforman.

Pero también hay grupos en donde surgen conflictos que conllevan a diversas soluciones. El conflicto siempre tiene soluciones, algunos requieren de la mediación para su solución otros conflictos terminan en romper los grupos que se dividen y solucionan así el conflicto, pero con la categorización de otros nuevos grupos, diferentes entre sí.

El hecho de la existencia de grupos diferentes no deberían de tener que ser mecánicamente excluyentes uno de otro, siempre y cuando, y lo subrayo, haya principios de colaboración, solidaridad, convivencia, concordia, ayuda mutua, etc. Valores positivos,  valores compartidos sobre la importancia de que las personas somos capaces de hablarnos y entendernos, aunque nos identifiquemos con diferentes categorías grupales y sociales.

La vida interna del grupo y las relaciones entre los diferentes debe de construir una identidad social positiva y una interacción social igualitaria y equitativa, de lo contrario, si hay  intolerancia, prepotencia, autoritarismo, opresión, odio, como ejemplo negativo y como muestra de que los  valores son los de imponer creencias, dominio sobre los miembros, y sobre ‘los otros’, imposición de normas, objetivamente llevaran a la autodestrucción del grupo y al conflicto permanente con los otros, con los que se autocategorizan como diferentes.

En fin, que todo esto que vivimos actualmente tiene un trasfondo también psicosocial. Aunque el problema es político y se debe de resolver políticamente. Querer imponer una identidad por la fuerza es cosa de otros tiempos. Algo así como la edad media en donde los reinos se conquistaban a base de sangre y fuego, extendidos al XV y más. La historia de los pueblos ha conquistado hasta el derecho a la autodeterminación, que tiene sus matices y sus interpretaciones. Mientras se resuelven estos matices aquí en pleno siglo XXI es necesario que haya dialogo y libertad para que los diferentes pueblos se expresen con garantías sobre el grupo social, la comunidad social o el país que quieren ser.

Para mí también y lo voy a decir, se ha abierto el melón de Referéndum, República y proceso Constituyente. En medio de todo estos también y finalmente decir que me incluyo dentro de las personas que ya hemos superado aquello del estado nación y la nacionalidad. Nos da igual ser valenciano, español, catalán, mexicano o del “sun sun corda” y socarrat. Porque considero que en varias puntos de la tierra, la gente estamos creando otra categoría identitaria a nivel mundial, que es el de pasar del yo al nosotras todas e identificarnos como seres humanos que compartimos un único planeta. El mismo planeta que algunos están destruyendo con sus identidades sectarias y nacionalismos arcaicos de supremacía imperial, reproduciendo y manteniendo una ideología suya, con la idea de su patria única, grande y supuestamente libre.

Allá cada cual con lo suyo y su identidad.  Mañana será:

1 de noviembre día de todos los santos en España,

1 de noviembre día de muertos en México. ¡Mira tú, por donde!