Carmen Albert. Concejala de Comercio, Transportes y Movilidad del Ayuntamiento de Castellón.
Ayer tuvo lugar el pleno del debate sobre el estado de la ciudad de Castellón. Una buena oportunidad para hacer propuestas constructivas y plantear medidas que redunden en un mayor bienestar ciudadano, en una mejora de las prestaciones, en una economía saludable y al servicio de todos o en cualquier cuestión de interés público. Pero algunos desaprovecharon esa oportunidad, dedicando sus intervenciones a obviar una realidad que les rompe el discurso: la buena dirección de la economía.
24 meses ha tardado el alcalde Bataller y su equipo, del que tengo el honor de formar parte, en poder anunciar un descenso de los impuestos, una economía de la ciudad saludable y un descenso del paro de 1.000 personas. 24 meses en los que hemos comenzado a estabilizar la situación y a garantizar el mejor futuro para Castellón. Pero sólo hemos empezado: los buenos resultados de la economía, a los que contribuye el Ayuntamiento de Castellón todos los días, deben acentuarse y comenzar a notarse en todos los hogares. Porque son los ciudadanos los que han hecho los esfuerzos mayores y a los que el alcalde dedicó ayer el debate.
Por ellos merece la pena levantarse todos los días y dar el máximo en promoción deportiva, cultural, turística, comercial o tecnológica. Por ellos vale la pena el bienestar social que ayuda a los que más nos necesitan a que estos años duros sean más llevaderos. Por todos ellos merecen la pena los esfuerzos de las 14 concejalías, al frente de las cuales mis compañeros, liderados por el alcalde Bataller, ofrecen cada día lo mejor de sí mismos.
Porque los ciudadanos, al contrario de lo que algunos piensan, no deben ser sólo los que nos ponen donde estamos, sino a los que debemos dirigir nuestro trabajo, nuestra línea política seria y responsable y toda la capacidad de los empleados públicos a los que dirigimos. El populismo estéril y la demagogia sin sentido deben ser sustituidos inmediatamente por un discurso y un trabajo responsables, alentadores, ilusionantes y, ante todo, honestos.
Queda mucho por hacer y lo haremos. Quedan muchos ciudadanos a los que esta sociedad les debe una oportunidad, y muchos proyectos que mejoraran la competitividad y la calidad de vida de nuestra ciudad. Pero acometerlos es más fácil y más motivador cuando uno sabe que estamos haciendo las cosas bien, y que cada vez más las familias y las empresas lo empiezan a percibir.






























