Carlos Feliu. Concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Castellón.
Una de las palabras más usadas en la nueva política es la transparencia, que incluso da nombre a concejalías y consellerias. El concepto de transparencia política vino por confrontación a la opacidad, o sea, aquello que impide ver lo que hay detrás por que no deja pasar la luz y deja en la oscuridad aquello que se desea que no sea visto. Y precisamente ahí está el quid de la cuestión, el concepto de transparencia conlleva obligatoriamente a ver a través, siempre existe un objeto delante de aquello que procuramos ver, aunque no lo oculte.
Esto es, la nueva política no desea eliminar los obstáculos entre el observador y lo observado, sólo pretende que lo que separa a ambos sea transparente. Dicho de otro modo, la llave de la transparencia siempre la tiene aquel que tiene el poder. De ahí que en muchos casos la voluntad de transparencia sólo existe cuando lo que hay que ver puede ser visible y aparecen los empañamientos o la penumbra cuando lo que hay que ver no está muy presentable.
Es una historia antigua, años atrás hemos visto como la moda adoptaba las llamadas “transparencias” con el uso de telas y tejidos que dejaban ver zonas del cuerpo que normalmente permanecían ocultas (y que en muchos casos deseabas que lo siguieran estando). Eran unas transparencias que dejaban ver pero su translucidez permitía ocultar los defectos de la cruda desnudez, como las medias que cubren los objetivos de la cámara para camuflar las imperfecciones de los rostros en primer plano.
Pero antes de que la moda de las transparencias invadiera las aceras, en las alcobas se usaban los picardías, esa lencería sugerente que enseña lo que se puede enseñar, insinúa lo que hay que insinuar y oculta lo que hay que ocultar.
Pues entre algún que otro picardías y una buena dosis de picardía hemos estado esta semana en el Ayuntamiento de Castellón. Por una parte, la concejala de Turismo cubría con un picardías su plan estrella, el nuevo Plan Estratégico de Turismo, que intentaba primero ocultar para luego sólo mostrar algunas partes del expediente de contratación del fallido Plan Estratégico de Turismo de Castellón. Un expediente que, a pesar de la gravedad del hecho, una estafa de 21.646,90 euros, IVA incluido, ha tardado una semana en llegar a la mesa de los grupos en la oposición municipal, sembrando la duda sobre que se estaba haciendo con él.
Pero a la par del picardías del Plan de la Concejala hemos vivido la picardía de la empresaria que ha intentado estafar al Ayuntamiento con un plagio, ya que ha copiado literalmente páginas enteras del Plan Estratégico del País Vasco, posiblemente la región de España que menos picardías consuma.
Pero para colmo, en el Ayuntamiento de Castellón no sólo jugamos con los picardías y con las transparencias, sino también con la invisibilidad. Es misma invisibilidad que hizo que los empresarios turísticos no vieran a la Alcaldesa en la Asamblea Constituyente del Patronato de Turismo y la misma invisibilidad que hizo que los castellonenses no pudiesen ver al President ni ni a la Vicepresidenta ni a un Conseller o Consellera en los actos de la Galanías a nuestras Reinas. Algún picardías tendrían entre manos.
































