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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

La importancia de no ser Ayuso

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Pau Ferrando. Professor d’Història i Geografia. Regidor de Compromís a l’Ajuntament de Benicàssim i Diputat Provincial de Promoció Econòmica i Relacions Internacionals.

Isabel Díaz Ayuso ganó las elecciones de Madrid con una amplia ventaja sobre sus competidores. La derecha, la de verdad, el PP, lo celebró de una forma legítimamente hiperventilada. Los desastres de Catalunya y el País Vasco quedaban bajo la alfombra para los necesitados populares que, necesitaban como agua de Mayo una victoria rotunda y sin discusión, aun a costa de destruir a Ciudadanos y de ponerle techo a la ultraderecha, sus socios naturales. Una victoria más simbólica que efectiva, pues es una comunidad autónoma donde siempre han tenido muchos mejores resultados

En el pleno de Benicàssim de Mayo Susana Marqués, presente en la celebración madrileña (suponemos que bajo algún tipo de bula electoral que no llegamos a entender, pues todavía estábamos de cierre perimetral),  se burlaba indolente de un abatido Miguel Alcalde (PSOE), con ese estilo absurdo, déspota e innecesario que le caracteriza, como si todavía, después de 10 años de gobierno tuviera deudas personales pendientes, o algún tipo de carencia en su autoconfianza por resolver. Un estilo que se ha visto reforzado por la actual ansia de los dirigentes populares de querer imitar y mimetizarse con la madrileña. Nada nuevo. Ya lo hemos visto antes. Las formas y las maneras los delatan. Si con los años fue Rita Barberá, Carlos Fabra, Soraya Sáenz de Santamaría,  ahora son  otros modelos a imitar. El eterno retorno al sol que más calienta y en eso el PP de Benicàssim es un experto.

Ahora  bien, no es de formas sino de  hechos lo que nos preocupa. A lo largo del mes de Junio teníamos a medio Partido Popular provincial  sacando pecho en las terrazas y chiringuitos de Benicàssim. Haciéndose selfies cañita en mano, y mirando hacia norte y sur con arrogancia y desprecio, y ‘ayusizando’ a los demás municipios, porque en Benicàssim podíamos disfrutar de  esa  ‘libertad’ que otros no. La vergüenza ajena es algo muy injusto, porque significa que otros hagan el ridículo y tú pases bochorno, y eso es lo que nos hizo pasar esta gente.

Desde el ayuntamiento, PP y Ciudadanos, encantados de escucharse,  manga ancha a la ampliación de las terrazas hasta un punto descontrolado, insoportable para los vecinos y vecinas.  Y ya no a nivel de decibelios, sino físico. Calles y plazas prácticamente intransitables, pasos de cebra ocupados por mesas, aglomeraciones. Descontrol. Noches como la de San Juan de 2021 en el casco urbano de Benicàssim se recordarán por mucho tiempo.

No han sido pocos los benicenses que han llamado a la policía local porque lugares de ocio nocturno pero, sobre todo, botellones descontrolados en numerosos puntos del municipio ante pasividad del gobierno local, inútil y ‘ayusizado’, instalado en el ‘todo vale’ con el fin que ciertos empresarios monopolistas estén contentos. Aunque esto suponga, como estamos viendo, poner en riesgo toda la temporada.

La falta de control, de veracidad, de actuación,  las ganas de postureo, de la foto fácil, de no querer afrontar que todavía se ha de ser cautos y que, muchas veces, se ha de decir que no y saber afrontar las críticas hasta de aquellos más cercanos por el bien común han llevado a Benicàssim a este punto, una vez más de la mano del Partido Popular.

El pueblo con la mayor incidencia de COVID en plena temporada, 825, cuatro veces más alta que Oropesa, un municipio vecino con unas características similares. Con el casco urbano convertido en un gran restaurante, sin ninguna alternativa, una con oferta cultural de sobre sorpresa de a un euro (básicamente de empresa de comunicación a dedo), comprando suelo urbano a precio de oro para construir obra pública y cumplir con las constructoras de siempre,  sin contrato de aguas agotando prórrogas hasta el más allá, con un contrato de limpieza  que a nuestro parecer se sigue sin cumplir y con las calles y aceras sucias,  con una serie de festivales de bajo calibre para que sus empresas mantengan la actividad y puedan cobrar subvenciones, con el frente abierto de los propietarios de los terrenos del festival, las devoluciones de los ibis injustos, se suma también Benicàssim Golf, el retorno... que nuevas y maravillosas sorpresas nos aguardan.

Ser Ayuso sin ser Madrid nos va a salir muy caro, porque Madrid es una ciudad de funcionarios, con su industria, sus empresas y su dumping fiscal y Benicàssim no. Marqués y Díaz ya se dejaron una deuda de 17 millones de euros en 2007, que redujeron los ciudadanos a base de IBI y ley de estabilidad.

Y  ahora, para rizar el rizo, sin interventor ni secretario titular.

¿Ciudad turística? ¿Ciudad residencial? Entre el PP y Ciudadanos, y aquellos que les financian, lo están convirtiendo en una República Pirata.