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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 02:05

El babilismo cospedeliano

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Juan Seoane. Ingeniero Europeo.

La Cospedal ha hablado sobre el finiquito del Sr. Barcenas, supliendo al poliédrico e inconsistente Floriano. Pero a todo a quien gane. Era imposible imaginar un ‘portacoz’ peor que Floriano. Pero no ha sido así. La intrépida Cospedal, ha superado a su compañero con creces en la inconsistencia del lenguaje y en la manipulación asistida, al tratar de explicar algo inexplicable. La relación laboral del Sr. Barcenas con su empresa, el PP.

La pasión de parecer idiota termina por hacer idiotas a los que la padecen. Pues llega un momento en el que no son capaces de captar la realidad de los hechos políticos visibles, sin que la ideología o el miedo puedan justificar tamaña dimensión de sus capacidades intelectivas. Incluso siendo moderadamente inteligentes en otros campos de los saberes sociales, parecen ser idiotas, cuando, sin el menor discernimiento, se tragan sin dolor de estomago las falsedades y la ruda propaganda de estos corruptos oligarcas que día a día nos inundan con mentiras y con falsos comunicados para anestesia de  la masa impensante.

El espacio audible español se ha llenado de palabras huecas, sin sentido y sin conceder una mínima tregua al silencio ni a la reflexión, tomando a los ciudadanos como auténticos imbéciles, incapaces de distinguir la verdad de la mentira y del fraude.

El nivel de contaminación del aire nacional, es irrespirable, pletórico de voces huecas y frases incoherentes, que se introduce en las mentes de la colmena ciudadana a través de los canales de comunicación adeptos al Régimen, acabando con el sentido común, con la capacidad crítica y con la moralidad natural de todo un pueblo sumido en el más absoluto caos institucional.

Aparte de la corrupción económica y del rosario de delitos de la clase gobernante y de la clase dominante, existe una corrupción idiomática que diariamente nos sirven estos dirigentes políticos,  sin un atisbo de mínima vergüenza para dimitir y dejar en manos de la ciudadanía española, la posibilidad de un cambio radical hacia una democracia formal y seria, que  imposibilite que personajes de esta estirpe, puedan llegar a gobernar nuestros destinos.