Enrique Domínguez. Economista.
En estos últimos días, diferentes infraestructuras que vienen reivindicándose desde hace muchos meses han estado, una vez más, en boca de políticos y empresarios.
En el reciente debate sobre el estado de la Comunitat Valenciana se ha asegurado por el President que los presupuestos estatales tendrán una partida de 337 millones de euros para el tercer carril, que es a lo que los castellonenses podemos aspirar como máximo en cuanto a la alta velocidad; nada de AVE por vía propia.
Los empresarios alaban que se lleve a cabo esa inversión pero, como Santo Tomás, quieren verlo plasmado en los presupuestos estatales; parece que no se fían demasiado después de todos los fiascos a los que hemos asistido.
La realidad es que en los presupuestos estatales figuran unos 222 millones de euros para el tercer carril en la Comunidad Valenciana; ello era previsible ya que la empresa Ford está detrás de este proyecto, pues para ella es fundamental esa comunicación con los mercados europeos por vía férrea.
Pero los accesos al puerto de Castellón siguen estancados, sin haberse resuelto el estudio informativo y con la casi total seguridad que no estarán antes del 2018.
Y se sigue reivindicando el corredor del Mediterráneo pero cada vez la ceremonia de la confusión es más grande y, me temo que, al final, el tercer carril será nuestro AVE y nuestro corredor.
Y también se está hablando del aeropuerto; ya no se atreven a dar una fecha de entrada en funcionamiento; se comenta que abrirá por horas; diferentes empresarios turísticos lo consideran fundamental para el desarrollo de esta actividad y señalan que hay algunos proyectos hoteleros que esperan su apertura para llevarse a cabo.
Y se sigue hablando de la prolongación de la CV-10 hasta Catalunya, del desdoblamiento de la N-340 en diferentes localidades, de la conversión de la N-232 en autovía.
Seguramente estas infraestructuras son necesarias pero, ¿servirán para el desarrollo de la provincia o servirán para que otros se aprovechen de ellas? ¿Estamos preparados para utilizarlas?
Y aquí viene lo del I+D+i como símbolo de que no estamos preparándonos adecuadamente para aprovecharlas.
Nuestro modelo productivo todavía sigue basado en vender lo que se fabrica en lugar de fabricar aquellos productos que tienen venta; sigue teniendo como elemento relevante el precio y no la calidad; se continúa vendiendo a los niveles medios o bajos. Y nos falta, y después de seis años de crisis no se ve ningún cambio, adaptar seriamente nuestras estructuras productivas para dirigir la actividad empresarial hacia productos de mayor valor añadido, hacia segmentos medios y altos en cuanto a poder adquisitivo.
Y, en este sentido, se espera a que esté el aeropuerto en funcionamiento para plantearse una posible inversión en plazas hoteleras, pero los variados productos turísticos que tiene la provincia siguen desperdigados, sin coordinación.
La I+D+i es básica para preparar sectores y actividades con productos y servicios de mayor valor añadido y requiere un esfuerzo continuado, sin interrupciones, y un volumen de recursos adecuado para conseguir los frutos deseados; por el contrario, los fondos para estos fines se han reducido notoriamente y, como muestra, los problemas de todos los institutos tecnológicos, del centro de investigación Príncipe Felipe o del propio CSIC. Y nuestros investigadores, o de marchan fuera y habrá que ver si van a regresar o dejan la investigación para buscarse un sustento en otras actividades.
¿No creen ustedes que sin planes serios y continuados de investigación, innovación, formación y desarrollo esas infraestructuras necesarias serán aprovechadas por otros y no por nosotros a medio plazo? ¿Queremos solucionar nuestro presente o garantizar en todo lo posible el futuro de nuestros hijos?
































