Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
En el entorno político actual y por culpa de nuestra lamentable partidocracia, es cada día más habitual ‘tener que pagar errores ajenos’.
Se acercan a muy corto plazo elecciones Autonómicas y Municipales y mucho me temo que en el momento de ir a depositar el voto, la marca que da cobijo a los candidatos puede tener un peso específico más importante que la labor llevada a cabo en las responsabilidades de gobierno u oposición de aquellos que vayan a presentarse.
Es más, quienes partan de la nada más absoluta, es decir los partidos de nueva implantación, en esta ocasión saldrán con un plus muy positivo, ya que las marcas PP, PSOE e IU cargarán sobre sus hombros indebidamente, errores de los gestores nacionales durante la última legislatura o la anterior y muy especialmente durante los últimos meses.
La corrupción galopante que les ha afectado a los tres (especialmente al PP con los casos Barcenas y Gürtel, con la posterior ‘guinda del pastel’ de Rodrigo Rato, y al PSOE con los ERES en Andalucía, en un alarde del arte de robar al trabajador más desprotegido por parte del partido gobernante y los sindicatos andaluces) va a marcar de una forma preponderante los resultados.
También la egolatría de Rosa Diez, va a marcar muchísimo los resultados para UPyD, ya que la desbandada de sus decepcionados miembros hacia Ciudadanos, va a restarle un gran número de votos, que en parte engrosaran las urnas del partido con quien debió coaligarse, pagando por tanto sus candidatos las consecuencias de los errores de su “Alma Mater”, condenada a diluirse como un azucarillo en estos comicios, hasta desaparecer.
Por el contrario vamos a ver crecer significativamente en nuestra comunidad, sobre todo a Ciudadanos y a Podemos por orden alfabético, que capitalizarán sin apenas haber movido un dedo, la decepción con Rajoy y Camps por un lado y su equivalente con Zapatero, Rubalcaba y la sopa de letras de líderes autonómicos socialistas, que llevan luchando mas de treinta años entre ellos, sin haber conseguido un liderato sólido.
Tampoco Ximo Puig lo es, pese a haber llegado a la cúpula del socialismo valenciano por eliminación, cuando se había demostrado palpablemente que no es que fuera bueno, sino el “menos malo entre los malos” que optaban al cargo.
Su catalanismo militante le descalifica en mi opinión para ser el primero de los valencianos, pero ya sabemos que en nuestra comunidad y sin que yo llegue a entender las razones, entre el nacionalismo pan catalanista y el socialismo ha existido siempre una simbiosis tan inexplicable como cierta.
Por eso ni unos ni otros han conseguido pese a sus previstas coaliciones llegar al poder desde hace tantos años.
Quizás esta vez lleguen a estar más cerca que nunca si consolidan su coalición PSOE, Compromís, Podemos, Esquerra Unida, Esquerra Republicana e invitados inesperados, tanto en el Gobierno Autonómico como en algunos Ayuntamientos, como ocurrió la ultima vez con el pentapartito de Villarreal, uno de los pocos ejemplos de este tipo de coalición a cinco bandas para poder formar un Gobierno.
Luego se producen situaciones que nos sorprenden, como ocurrió el 11 de Abril con Susana Díaz, que le pedía humildemente a Rajoy y a Moreno Bonilla que se abstuvieran los populares en la votación en la Junta de Andalucía, para poder ser investida como Presidente del Gobierno Andaluz, ante la negativa a hacerlo de Podemos y Ciudadanos.
Y naturalmente estos le contestaron, que no tendrían el menor inconveniente en hacerlo siempre que se firmara un acuerdo por el que, en las próximas elecciones municipales, los socialistas hicieran lo mismo en aquellos municipios, en los que la lista más votada fuese la del PP con la misma correspondencia donde fuese la del PSOE.
De momento no parece que eso vaya a producirse, porque Pedro Sánchez siempre se ha negado a ese acuerdo y mucho me temo que tendremos que esperar a que pasen las municipales para ver lo que ocurre.
Pero una vez más es posible que paguen unos por otros, y tengan que asumir responsabilidades ajenas, por no haber tenido el valor de afrontar sus propias responsabilidades quienes motivaron los desaguisados, tanto de un lado como del otro.
Y es que los españoles somos así, y no queremos cambiar.































