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viernes, 5 de diciembre de 2025 | Última actualización: 22:44

Llegó la democracia: ¿ha merecido la pena?

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Después de unos treinta cinco años de vida de lo que se suele llamar “democracia española”, me cuestiono y conmigo mucha mas gente de mi generación, si valió la pena.

Soy consciente de que al decir eso y expresarlo públicamente, las críticas y las descalificaciones  me van a llover, pero no me importa.

A mi edad prefiero estar bien con mi propia conciencia, antes que quedar a expensas del respeto humano en mis expresiones.

Si establezco elementos comparativos entre lo que llegué a vivir y a percibir de las actitudes del poder que se ejercía entonces y del que ejercen ahora nuestros gobernantes, sinceramente no me quedan muchas dudas.

Entonces todos éramos conscientes de que vivíamos en un sistema autoritario en constante evolución, que poco a poco iba ganándose la consideración y el respeto de las democracias occidentales.

No sufríamos excesivamente la falta de ciertas libertades los hombres de mi generación nacidos en la postguerra, ya que nunca disfrutamos de ellas, aunque algunos ya las estábamos conociendo y viviendo, al salir al extranjero por razones laborales e incluso como estudiantes, para aprender sus idiomas, mientras trabajamos para poder pagarnos esas estancias.

Lo que es innegable, y de eso podemos dar testimonio todos nosotros a las generaciones posteriores que lo quieran contrastar, es que aunque lentamente llevábamos una progresión constante y evidente de mejoras económicas, sociales y laborales a partir de la década de los sesenta que nos llevó en los años setenta poco antes de morir de Franco a ser considerados internacionalmente como la octava potencia económica a industrial del mundo, aunque no fuéramos aún  una democracia a la europea.

No lo digo yo, sino que puede encontrarse en cualquier hemeroteca española o extranjera.

Y dentro de es proceso evolutivo, y al morir quien nos había dirigido con pulso firme desde 1939 a 1975, ocurrió un hecho sin precedentes en nuestra Historia, que nos habla muy a las claras de las diferencias entre aquella clase política y la actual.

Los componentes de las Cortes Franquistas, se hicieron ellos mismos el ‘harakiri’, a fin de dar paso a unas Cortes Constituyentes, renunciado todos a sus privilegios.

Aunque sólo fuera por eso, aquellos hombres de los que hoy quedan muy pocos, merecen  nuestro respeto y consideración ya que sin presumir de ser demócratas supieron dar un ejemplo a los actuales demócratas que se llenan la boca con palabras vacías de contenido, pero son incapaces de renunciar a la menor parcela de poder, una vez la tocan y se aprovechan de ella.

De momento, en los treinta primeros años de mi vida, entre 1944 y 1975, nunca conocí un retroceso de un ‘estado de bienestar’ que se estaba construyendo, y siempre fuimos avanzando hacia él, sin nombrarlo ni degradarlo.

Caminábamos a pasos cortos, pero seguros y siempre progresando.

Había períodos de crisis coyunturales, como han existido siempre en toda la humanidad, pero existían los resortes adecuados para salir de ellas periódicamente, y siempre al final de cada período de crisis que solían  ser quinquenales más o menos,  estábamos bastante mejor que al final de la crisis precedente, o sea que avanzábamos continuamente.

No conocí ninguna crisis bancaria ni de las Cajas de Ahorros, que no se superara con holgura, y sin afectar estructuralmente al sistema financiero o monetario.

En definitiva vivimos  un período de constante progresión que duró los mismos años que llevamos ahora de democracia.

Ahora, gracias a la democracia que nos otorgamos los ciudadanos españoles y que nos han administrado lamentablemente nuestros partidos políticos:

¿Dónde hemos llegado?

La incapacidad, inmoralidad, negligencia, torpeza o mala estructura de los Partidos Políticos y de los Sindicatos, han conseguido que los errores acumulados en la gestión del Estado durante los primeros treinta años, y el indiscutible deterioro de TODAS LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO, han dado lugar a que en solo cinco años, hayamos retrocedido más de veinte años, en lo referente a los que ellos llaman “Estado de Bienestar” y yo le llamo “Mal estar del Estado”.

Nos hemos convertido en la mayor fábrica de parados del mundo.

Hemos creado tal nivel de desequilibrio económico en nuestras cuenta públicas y privadas, que al final la Unión Europea ha tenido que venir a rescatarnos, porque nuestros políticos de todos los colores metieron sus manos en el sistema bancario español, y robaron, malversaron y acabaron arruinando a las instituciones financieras que eran modélicas para el mundo occidental, como lo fueron nuestras Cajas de Ahorros.

Los politicastros de nuestros Reinos Taifas (aquí se les llaman Comunidades Autónomas)  emprendieron unos (Ibarreche) y continuaron otros (Mas) una carrera desenfrenada hacia su independencia, irracional, perversa y egoísta que puede acabar arruinando a las autonomías y al mismo Estado Español.

¿Hubiera tenido Miguel Ángel Fernández Ordóñez el valor de mirar hacia otra parte, como Gobernador del Banco de España, mientras los políticos robaban a manos llenas gestionando las Cajas de Ahorros, con Franco en el poder?

¿Se habrían atrevido Más e Ibarreche a someter al Estado a ese órdago al que han sometido a los sucesivos gobiernos de la frágil democracia española, con Franco?

¿Nuestros Sindicatos mayoritarios, como UGT y CCOO, se hubieran podido convertir en un lamentable basurero de corrupciones, robándoles a los trabajadores y al erario público, parte de ese “Estado de Bienestar” que dicen defender, con Franco en el poder?

Visto lo visto y ante todos los hecho expuestos, no puedo menos que formular la pregunta del enunciado de esta columna.

No trato de enaltecer la Dictadura ni la figura de Franco.

Me he limitado a establecer un cuadro comparativo y a preguntarme a mi mismo todas esas dudas que  se me presentan a mí y a muchos más españoles de mi generación, para que nos las contestemos.

Creo que pare este viaje, no hacían falta tantas alforjas.

Y en definitiva, no culpo al sistema democrático, que tan bien funciona en Alemania, Inglaterra, Benelux y Escandinavia.

Pongo en evidencia la lamentable calidad ética y  moral de una casta política española vergonzosa, que si tuviera algo de dignidad, haría lo que hicieron las Cortes Franquistas, renunciar y preparar un nuevo periodo Constitucional dejando paso a nuevas generaciones de jóvenes políticos, descontaminados y a ser posibles alejados de las estructuras de los partidos actuales, para poder obrar sin cortapisas.

Y desintegrar totalmente la red  de los sindicatos mayoritarios existentes actualmente, para proceder a estructurar un sindicalismo libre e independiente totalmente despolitizado y al servicio exclusivo de los trabajadores y financiado por las cuotas de estos.

Sólo así podríamos recuperar los españoles nuestra fe en las Instituciones del Estado, es decir devolviéndoles a los poderes Legislativos y Judiciales la independencia a la que nunca debieron renunciar a favor del Ejecutivo.

FELIZ NAVIDAD Y PROPSERO 2014.