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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 21:59

Castellón, Borriana y Vila-real se unen a la Segorbe como templos jubilares

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Mons. Casimiro López Llorente ha emitido un decreto en el que dispone siete modos de aprovechar las indulgencias vinculadas con el Jubileo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco desde el pasado 8 de diciembre. Entre ellos, ha concedido que junto con la Catedral de Segorbe, donde se abrió en la Diócesis la Puerta Santa, también gocen de gracias jubilares templos de Castellón, Burriana y Vila-real. Para coordinar todos los actos de este año, ha nombrado al Vicario de Pastoral, D. Javier Aparici, Delegado Diocesano.

Podrá obtenerse la indulgencia plenaria en la Concatedral de Santa María todos los días del año. En Castellón también tendrán este privilegio el Santuario-Basílica de la Virgen del Lledó los días del Triduo y Fiesta principal de la patrona de la ciudad, y la parroquia de El Salvador todos los primeros viernes de mes, donde se venera la imagen del Cristo de la Misericordia.

Igualmente, la imagen del Cristo de la Misericordia de la parroquia de Santa Isabel de Aragón, en Vila-real, justifica la obtención de indulgencia plenaria los días del Quinario (del 29 de febrero al 4 de marzo) y la Vigilia y Fiesta, el 5 y 6 de marzo. En Burriana, por la Virgen de la Misericordia, patrona de la población, la Basílica de El Salvador también será jubilar del 21 al 30 de mayo y la vigilia y fiesta el 7 y 8 de septiembre.

El decreto también establece que se podrá obtener la indulgencia plenaria donde se celebren los actos de las 24 horas para el Señor y los jubileos particulares, en los monasterios de clausura, los enfermos y ancianos en sus casas, los presos en los centros penitenciarios, por el ejercicio de las obras de misericordia, y en provecho de los difuntos.

La indulgencia plenaria va más allá del perdón de las faltas en el sacramento de la reconciliación, permitiendo curar de las huellas negativas que los pecados dejan en los comportamientos y pensamientos, y liberar de todo residuo, consecuencia del pecado, capacitando para obrar con caridad, crecer en el amor y no recaer.