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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

¿Camino de...?

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Enrique Domínguez. Economista.

Dice el dicho popular que los gatos escaldados con agua tibia tienen bastante; solamente hay que observarlos; su instinto les hace no caer de nuevo en la misma situación o ir, al menos, con mucho tiento.

Por el contrario, los humanos somos capaces, y así lo hemos demostrado en bastantes ocasiones, en tropezar dos o más veces con la misma piedra.

Y todo esto viene a cuento de los datos que se van conociendo relativos al sector de la construcción que señalan un notorio incremento de su actividad. De entrada, está muy claro que no estamos en el inicio de una nueva burbuja inmobiliaria; ¿seguro? Yo no lo estoy al cien por cien porque en julio de 2007 recuerdo que comenté que los precios de las viviendas apenas habían sufrido descensos relevantes en las crisis económicas anteriores y que el sector se comportaría así de nuevo en el futuro; y el año siguiente ya saben ustedes lo que ocurrió.

El número de contratos formalizados en la provincia el pasado noviembre respecto al mes anterior se ha incrementado en un 30,1% en construcción, mientras se contrae un 1,4% en la actividad industrial y un 5,8% en el total de contratos; el paro en este mes en construcción ya es un 1,5% inferior al de noviembre de 2019, mientras el total del paro registrado aún es mayor en un 0,2%.

Otro dato esclarecedor es el de la evolución de las viviendas visadas en los diez primeros meses de 2021; todas son de viviendas libres, más en edificios de nueva planta que en edificios ya existentes. Su montante supera el número alcanzado para similar periodo desde 2010.

Y también lo es la trayectoria seguida por la compraventa de viviendas; el ahorro no invertido desde el inicio de la pandemia está ahora aflorando en un porcentaje estimable en la renovación de las viviendas ya existentes y en la adquisición de nuevas viviendas en propiedad. Sí que es cierto que el importante stock de vivienda terminada y sin vender desde la anterior burbuja y la escasa nueva vivienda construida desde la misma, hace que más de las cuatro quintas partes de las casas adquiridas sean de segunda mano, si bien su porcentaje se ha ido reduciendo poco a poco; en este sentido, mientras en enero-septiembre de 2019 suponían el 86,8% del total, en 2020 fueron el 88,4% y en igual periodo de este año, el 84,3%.

A ello ayuda el hecho de que el Euribor todavía tenga valores negativos, si bien predominan las hipotecas con tipo de interés fijo sobre el variable. También el precio por metro cuadrado de la vivienda libre ha pasado de 1058,8 €/m2 en el tercer trimestre de 2019 a 1084,5 €/m2 en similar intervalo de 2021.

Pero no olvidemos que las tasas de inflación que estamos sufriendo en estos últimos meses parece que no son tan coyunturales como se creía y ello, además de subir los costes de los productos y servicios en general, incidirá en los tipos de interés y en el importe de la deuda, personal o del país.

¿Significa que estamos en el inicio de una posible nueva burbuja inmobiliaria? Por lo que he comentado de mi experiencia en 2007, no me atrevo a decir que no; sin embargo, el entorno bancario no es el mismo, el importe delas hipotecas se ajusta mucho y no es el mercado libre de antaño y el riesgo bancario en el sector no tiene nada que ver con el anterior. Como curiosidad señalaré que, según datos del INE, la hipoteca media sobre vivienda en la provincia en enero-septiembre de 2007 fue de 139.053€ (cuyo valor actual es de 168.254€) mientras en similar periodo de este año ha sido de 84.191€.

Pero, lo que sí me atrevo a decir y a afirmar es que seguimos tropezando con la misma piedra, la relativa a la compra en propiedad de la vivienda, a la prácticamente nula vivienda a construir de protección oficial o para alquiler y, además, junto al descenso dela actividad en el sector que más empleo estable crea, y que debe serlo de futuro, como es el industrial.

Y todo esto, junto a la precariedad y la temporalidad en el empleo, acentúa el alargamiento de la emancipación familiar, el aumento de los trabajadores pobres, la disminución dela baja tasa de natalidad y el fuerte avance del envejecimiento poblacional, con lo que ello representa de peligro para el futuro del país.

En definitiva, y a pesar de mis dudas, me atrevo a decir que no hay síntomas de nueva burbuja inmobiliaria, pero sí de problemas por la falta de vivienda de protección oficial y para alquiler. ¿Y usted qué opina?