Begoña Carrasco García. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castellón. Presidenta del PP de Castelló de la Plana
El genial director y rey del cine clásico Billy Wilder rodó en el año 1960 ‘El apartamento’, la comedia en la que un extraordinario Jack Lemmon, en su papel de modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan, cedía su discreto y ‘apañado’ apartamento ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas, con la esperanza de que ello le ayudara a ascender profesionalmente dentro de la empresa. Aparecía por el camino una deslumbrante Shirley MacLaine, de la que el protagonista se enamoraba perdidamente, y que al final acaba dándole calabazas, ya que ella misma es protagonista de uno de los ‘affaires’ que tienen lugar en el citado apartamento.
El guión parece hecho a medida para explicar lo que está sucediendo en la ciudad de Castellón con el proyecto del nuevo edificio que ha de albergar los nuevos conservatorios de música y de Danza. La alcaldesa Amparo Marco, en su papel de Jack Lemmon, ha vendido a toda la ciudadanía que la capital va a contar con una nueva infraestructura, su ‘particular apartamento’. Su particular plataforma para dejar ‘herencia’ en la capital y salir de la ciudad con otro destino –un secreto a voces--. Pero no ha podido salirle peor, porque los hechos han acabando saliendo a la luz: el nuevo edificio recorta en casi 500 plazas los puestos de estudiantes. Es decir, medio millar menos de alumnos frente a los que ahora hay.
¿Qué tomadura de pelo es esta? Es evidente que el ‘apartamento’ para tres no es más que la excusa que Ximo Puig y Vicent Marzà han utilizado para seguir sosteniendo una relación del todo interesada, que prima el interés partidista al interés general de los castellonenses, los grandes perdedores de la operación. Y Amparo Marco ha sido la colaboradora necesaria en un triángulo que deja a la luz su nula visión estratégica y de ciudad, y su absoluto peso político. No defiende las demandas de los castellonenses.
Y por si fuera poco, ni siquiera está la partida presupuestaria contemplada en ninguno de los presupuestos de las dos administraciones afectadas: la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Castellón. Ni un euro.
Lo que está ocurriendo con el futuro nuevo conservatorio de música y danza es surrealista. No solo se lleva torpedeando el proyecto desde el año 2019, mareando sobre si debía o no construirse en el PAI Taxida, a pesar de que era allí donde se había previsto desde el primer momento. Y ahora, después de mil y un cruce de asociaciones, resulta que se presenta un proyecto en sociedad que nace pequeño, con menos capacidad de estudiantes de los que ahora hay. Esto es lo que ocurre cuando se gobierna de espaldas a los ciudadanos.
Una vez más, el titular va por delante de los objetivos de los castellonenses. No es nuevo. Lo hemos visto en la reforma de la avenida Lidón, lo veremos pronto en la reforma de la Plaza La Paz, las cámaras de videovigilancia de vehículos en el centro, las fiestas de la Magdalena… Todo de espaldas a la ciudadanía. Un suma y sigue que no deja de ser en realidad, un resta y sigue a Castellón y a sus vecinos.
































