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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

Benicàssim Comanche

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Pau Ferrando. Professor d’Història i Geografia. Regidor de Compromís a l’Ajuntament de Benicàssim i Diputat Provincial de Promoció Econòmica i Relacions Internacionals.

Los comanches fueron (son) un pueblo amerindio localizado en el norte de Texas, en una zona donde por mucho tiempo hubo un territorio de frontera entre los cazadores-recolectores y  los colonos europeos de  los territorios que seria después USA y los colonizadores españoles al sur. Su extensa nación se denominó  durante mucho tiempo "Comanchería". El origen de su denominación es incierto, porque  ellos preferían  denominarse numunuu (seres humanos), aunque los españoles les llamaron "comanche"  que  se deriva de kumantsi del idioma Ute, y significa "enemigo" o "los que siempre luchan contra mi".  Quien quiera saber más, entre otros, es recomendable  el libro de  Thomas Kavanagh "The Comanche Society 1706-1875". Hoy en día los integrantes de esta tribu se cuentan por miles, y los hablantes de su idioma, por cientos.  Ya queda poco de ellos, pero la denominación de "Territorio Comanche" (con una novela homónima de  1994 escrita por Pérez-Reverte)  se refiere  a un espacio  indefinido, peligroso, anárquico, salvaje  y  problemático.

Permítanme la licencia cuando digo que Benicàssim Sur es nuestro Territorio Comanche, con el consuelo de que, si todo continua igual, al final otras partes de nuestro municipio podrán designarse con el mismo término.

No vamos a entrar a valorar como se fue urbanizando, en los años 70 y 80, con la expectativa de que nuestro municipio fuera algo más que un "pueblo turístico", ese epíteto irreal que martillea nuestra consciencia de lo que podía haber sido y no es, pero al cual se dedican muchos recursos. Es cierto que la actividad turística (ha sido) es importante, pero ya desde los años 90, la cercanía a la capital de la Plana y  la voluntad de una nueva generación de "veraneantes" de establecerse definitivamente en nuestra ciudad, nos convirtió en algo más que una localidad estacional, con nuevas zonas urbanas, que demandaban servicios.  Benicàssim Sur es la zona más importante, en cuanto a extensión y población, de estas nuevas áreas.

Un plan general medianamente racional (comparado con otros sitios como Oropesa y Peñíscola) permitía que, a pesar de la fiebre inmobiliaria, se construyera con cierto orden, tanto, que a finales de los 90 y principios de este siglo se disparó la codicia, multiplicando su extensión urbanizable hasta el absurdo. En Benicàssim Sur se le llamó "Benicàssim Golf". Y ahí aparecieron, cual desierto texano, los buitres carroñeros.

Del tiempo que pasó desde el fiasco urbanístico hasta el actual Marquesado de los Embustes, se podrían destacar muchas cosas. Desde la megalomanía práctica de Colomer hasta una injusta, devastadora e inoportuna crisis económica. Se podrían decir también muchas chorradas, pero ellas se pueden recopilar en los numerosos artículos y comunicaciones efectuados desde la alcaldía si nos remontamos al año 2011 hasta el más inmediato presente. Comunicaciones bien pagadas a medios afines, cuyas empresas de comunicación se mueven bien entre los consistorios del PP (y algunos, muchos del Psoe) a lo largo de la provincia. En cuanto a la comancheria de Benicàssim, una vez descartados los PAI, solo quedaba realizar unas inversiones de mejora urbanística que jamás se produjeron. La deuda terrible dejada por el PP-ARB que en 2007 ascendía a 17 millones de euros, y el afán de estos por reactivar el ladrillazo, hizo que la década pasada se convirtiera en un erial de inversiones. A esto, sumada a la absoluta incapacidad para gestionar incluso inversiones ya pactadas, como Villa Elisa, el CEAM, el Tanatorio, la C-149, ha hecho que nuestro municipio, y en especial la zona sur, vea limitada sus opciones para convertirse en una zona residencial de una calidad más que aceptable, y de un dinamismo definitivo.

Y eso que la deuda se eliminó gracias a las costillas de los vecinos y vecinas, especialmente de la zona Sur, donde el sablazo del IBI fue más doloroso que las flechas de los indios. Una injusticia que, poco a poco, se va reparando gracias a  la exitosa campaña de Compromís para reclamar (y devolver) valores justos en la valoración del catastro. Un error que van a afrontar las arcas del ayuntamiento por unos cuantos años.

Para más INRI, la continua negación por parte de la alcaldesa de que el Cuadro de Santiago fuese una zona húmeda (con la posible intención de reactivar PAIs y tener contentos a los especuladores), ha hecho que se retrase la inclusión de esta en el catálogo autonómico, imposibilitando una acción tan simple como la fumigación, y la proliferación de mosquitos cuales aves rapaces de Texas.

Intereses urbanísticos y monopolísticos, empresarios que juegan con red, no siempre transparentes, y  que dirigen las exiguas políticas integradoras del PP y sus bien pagados miembros, más dispuestos a la fanfarria, al embuste y  el servilismo, con planes, iniciativas y etiquetas que van desde el cómic de Pedro Vera a la vulgaridad filistea de Nabokov. Mientras, el municipio estancado, social, económica y anímicamente. Y así hasta las próximas elecciones.

Pero no se crean. No todo es negativo.  Atravesar el territorio comanche, y hacer frente a sus peligros, sus buitres y sus serpientes, es un desafío que todavía muchos/as  nos complace hacer, sobre todo cuando llevas por bandera el trabajo, la honestidad y la honradez. No siempre va a llover en este desierto.