Jorge Fuentes. Embajador de España.
Después de pasar unas semanas en Bratislava donde las elecciones han dado unos resultados tan complicados como en España (ocho partidos han accedido al parlamento y será necesaria una coalición de cuatro por la izquierda o de seis por la derecha para formar gobierno) vuelvo a España y me encuentro cambios sustanciales como por ejemplo que en Valencia los iconos de los semáforos representaran siluetas de mujer en lugar de las de hombre. En Madrid se ha propuesto que la Cámara Baja se llame Congreso a secas en lugar de los Diputados para evitar discriminar a las mujeres. El pimpampum se acerca a La Zarzuela como consecuencia de un comentario de la Reina Letizia bastante similar al "Aguanta Luis" de Rajoy. Y la Colau osa despreciar al Ejercito, la institución con mayor prestigio de España, por supuesto muy por encima del Ayuntamiento de Barcelona. Y también me encuentro -¡oh sorpresa!- con que el tándem PSOE-Ciudadanos ha sido vapuleado dos veces con lo que nos encontramos de nuevo como el 21-D pero un poco peor.
Peor porque por aquellas fechas pre-navideñas aún se confiaba en lograr una gran coalición desde la derecha (que a fin de cuentas había obtenido más votos) o desde la izquierda aunque no lo mereciera vistos los resultados obtenidos. Será muy difícil que en los dos meses escasos que quedan, ninguno de los dos flancos del brazo a torcer y que, como consecuencia, nos veamos abocados a unas nuevas elecciones.
Si ello fuera así, ¿qué es previsible que ocurra?
Muchos piensan que los votos apenas variarían y según recoge el artículo 99 de la Constitución, el Rey puede proponer a otros candidatos, durante estos dos meses, el intento de formación de Gobierno. Por el momento ya hemos visto que el Rey, para evitar dar bandazos desacreditantes, ha preferido pedir reflexión a los políticos antes de intentar un nuevo esfuerzo fallido. Pero si pasan los dos meses sin novedad positiva, las Cortes deberán ser disueltas y proceder a nuevas elecciones. Lo que la Constitución no menciona es que ocurriría si en el segundo intento las nuevas Cortes tampoco logran formar gobierno y si ese proceso podría repetirse indefinidamente.
Permítanme reflexionar sobre que variantes podrían darse antes de llegar al momento apocalíptico del mes de Mayo.
En primer lugar que en las muchas conversaciones y encuestas que se celebraran hasta Mayo, se llega a la conclusión de que si las grandes coaliciones se han producido con éxito en casi veinte países europeos, España debería dejar de ser diferente y sumarse al grupo de los flexibles anteponiendo los intereses del Estado a los de los partidos o sus líderes que a la mayoría de los ciudadanos nos importan muy poco.
Si ello no fuera posible y hubiera una nueva consulta, ¿qué haría el votante?
-Quizá una parte del censo, hastiado de tanto cachondeo, se ausentaría de las urnas.
-De entre los que votáramos (quizá un 60%) creo que la tendencia lógica sería que las aguas volvieran a su cauce. Ciudadanos podría salir penalizado por su fallida alianza con el PSOE, un apoyo traicionero que ya se anunció hace muchos meses: votar a C,s era votar al PSOE. Podemos también podría salir penalizado por sus ideas secesionistas y por las fracturas -¿reales o imaginarias?- que parecen empezar a presentar.
-Sin volver al bipartidismo, creo que el PP y el PSOE podrían alcanzar un porcentaje de voto superior al 50% actual y habiendo gustado el mal sabor del reciente pasado deberían ir -esta vez si- a una gran coalición sobre la base del partido que saliera ganador.
Ese es mi pequeño sueño, seguramente lleno de fantasía quizá imputable a mi larga ausencia del terruño y contaminado por los aires que he respirado en Europa.






























