José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Es diciembre, ha pasado el superpuente, comienzan las cenas de empresa, de collas, colegios, amigos, cofradías, gayatas...; los anuncios de la tele son de juguetes, colonias, videojuegos y la lotería: estamos en Navidad.
Se trata de un conjunto clásico y habitual en nuestra cultura occidental de origen judeocristiano en la que el Veinticinco de Diciembre en Navidad, en Primavera se celebra la Semana Santa, no la semana blanca, y en mayo muchos niños toman su Primera Comunión, que algún esnob imbécil cambiará a ‘primera comunión civil’ para que el niño tenga regalos.
Íntimamente ligado a nuestras creencias más arraigadas, que son parte de nuestra idiosincrasia, imposible de disociar de nuestro modo de ser, sentir y actuar, hay imágenes e iconos que están siempre presentes, sin ir más lejos, el Belén, ese que desde pequeños montábamos en casa, con el río de papel de plata, los Reyes Magos subidos en sus camellos, que cada día acercábamos un poco más al nacimiento, con la estrella de color plata, esa que nos dejaba purpurina en los dedos.
Cuando nos daban las vacaciones en el colegio, íbamos al Hospital Provincial, donde después de un rato de espera disfrutábamos como enanos viendo el que el cura del Hospital montaba todos los años y que tenía de todo, hasta noria que se movía y agua de verdad.
Ese Belén es el que estos días han querido evitar que se instalara en el porche del Ayuntamiento
de Castellón los chicos de Compromís, alentados por ‘podemitas’ y con el asentimiento de los psoecalzonazos, todo ello bajo la excusa de una votación del consejo municipal de no sé qué cosa.
Si quienes gobiernan en la luz o en la sombra en el ayuntamiento de la Capital de la Plana quieren separarse totalmente de la cultura cristiana, que forma parte de nuestras costumbres y de nuestros orígenes, que vayan tomando buena nota y actúen consecuentemente, con coherencia, no con actuaciones aisladas, que a estas alturas de la película solo cabe definir como ridículas e inapropiadas.
Por ejemplo, en la cabalgata de Reyes, que éstos no acaben su discurso en el balcón municipal o dirigiéndose a los niños desde la tenencia de alcaldía en el Grao. Digo yo que les deberán decir a los niños que los Reyes no llegan a Castellón porque los de Compromís-Podemos se lo han prohibido. Por cierto, los caramelos que los repartan los concejales desde las carrozas, más propio les va a quedar.
Seguramente el Belén de la Pigà cambiará de nombre, por ejemplo por el de la Picà, porque al paso que vamos se va a convertir en la única representación costumbrista con la denominación de Belén que aguijonee desde el humor y el costumbrismo al pueblo y a los niños.
Con este panorama será difícil discernir para los más jóvenes si San José era aquel Santo varón que creyó en la fidelidad y pureza de su prometida, los Reyes Magos lo eran de Oriente, el posadero que no dio cobijo a la Virgen era un pobre hombre o por el contrario todo lo que celebramos estas fechas tiene solo como referencia una respetable, pero limitada representación, que nació en los años sesenta, nada hace dos telediarios.
































