Noticias Castellón
lunes, 22 de diciembre de 2025 | Última actualización: 23:02

Guerras civiles

Tiempo de Lectura: 3 minutos, 6 segundos

Noticias Relacionadas

Jorge Fuentes. Embajador de España.

No creo exista ningún país que no haya conocido guerras a lo largo de su historia. Contiendas contra enemigos exteriores o conflictos civiles. Acaso por deformación profesional considero no hay manifestación humana más nefasta e irracional que la guerra sea cual sea su causa y su justificación. Las guerras producen sufrimiento, destrucción, miseria y muerte. Y aunque parezca sorprendente, Europa, el continente más culto, próspero y civilizado ha sido el más violento y el que más conflictos ha necesitado para alcanzar su configuración política y territorial actual.

Por fortuna pertenezco a esas generaciones que no han tenido que sufrir choques internos aunque haya sido testigo de docenas de guerras en distintas partes del mundo. Estoy convencido que aun no se ha encontrado la fórmula que permita la solución pacífica de conflictos y ello a pesar de las muchas organizaciones internacionales creadas con ese objetivo.

Durante mi reciente estancia en Estados Unidos visité una vez más el mercadillo de Falls Church en el condado de Fairfax, un lugar con sabor rural casi comparable a los extraordinarios mercados de la Provenza francesa. Casualmente acudimos el día que se celebraba el aniversario de la guerra civil norteamericana (1861-64). Gentes ataviadas a la manera de los soldados sudistas hacían demostraciones de disciplina militar, uso de armas, desfile de tropas y formación. Las damas vestidas como hace dos siglos hacían bordados y atendían a falsos heridos en las tiendas de campaña donde los cirujanos mostraban el instrumental de la época para practicar curas y especialmente amputaciones. Todo ello mientras un trío de veteranos interpretaba marchas militares con sus guitarras, ukeleles y xilófonos.

Les cuento todo esto porque el ambiente que se respiraba era que aquel país ha sabido asumir la dolorosa guerra civil de hace siglo y medio, con amor y gusto por su historia. Lo mismo cabe decir de la Revolución Francesa que aunque fue una auténtica escabechina se configuró en el centro de toda la simbología de nuestro vecino del norte. Y otro tanto ocurre con la Revolución Gloriosa de Inglaterra que propició el despegue de la industrialización y la modernización del Reino Unido.

España, por el contrario, digirió mal su última guerra civil. En realidad no la ha digerido sino que se le ha atragantado  sin que nos sea posible volver la mirada hacia aquellos tres años del siglo pasado con serenidad y comprensión sino que lo hacemos con ira e inquietud siendo necesario, de tiempo en tiempo, revisar sus entresijos, reabrir la memoria histórica, recontar los muertos y buscar responsables en un bando y otro. Se cuestionan los símbolos, particularmente el Valle de los caídos pero también los que deberían ser sagrados y que arrancan de mucho antes como son la bandera y el himno nacional.

En fin, que esta guerra nuestra sirvió para bien poco desde el punto de vista de la simbología. Claro que es fácil hacer tal afirmación desde este lado de la Historia pero ¿cómo hubieran rodado las cosas para nuestro país sin aquel golpe militar?, ¿hasta dónde habrían llegado las desventuras de la República?, ¿cómo habría actuado aquel gobierno en la segunda guerra mundial?, ¿en qué condiciones se habría sumado al proceso de reconstrucción europea?

Acaso demasiadas dudas y preguntas originadas solo por una modesta celebración de la Guerra de Secesión norteamericana montada en un pequeño pueblo de Virginia en los alrededores de Washington D.C.