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jueves, 25 de diciembre de 2025 | Última actualización: 12:54

En la encrucijada turística

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Enrique Domínguez. Economista.

Ya dudo de mis propias afirmaciones. Es bueno reflexionar también sobre aquello que uno da por sentado porque, a veces, podemos llevarnos una sorpresa; agradable o no según lo que descubramos o atisbemos con nuestras reflexiones.

En este caso, mi reflexión se centra en la actividad turística y, en particular, en la existencia o no de productos turísticos que complementen al sol y playa, que es el destino de la gran mayoría de las personas que visitan la provincia.

¿Y por qué plantearme esta cuestión ahora? Pues muy sencillo. Acaba de aprobarse el último trámite para que el aeropuerto de Vilanova-Castellón sea plenamente operativo y el sector turístico, a través de muchos de sus empresarios y de entidades relacionadas con el mismo, ha señalado esta infraestructura de la provincia como imprescindible para su despegue.

La falta de esta infraestructura ha sido la excusa perfecta para mantener el statu quo actual y retrasar el planteamiento de acciones y de inversiones imprescindibles para ese despegue.

¿Tenemos productos turísticos que permitan desestacionalizar las estancias y que el turista repita y no se aburra? Hay actuaciones y realidades muy loables que se han puesto en marcha en estos últimos años: se está promocionando el turismo deportivo, el gastronómico, el senderismo, la ruta del sabor, las ferias locales y ello hace que nos movamos más dentro de la provincia, que nos conozcamos más. Y eso es positivo.

Es importante señalar que el turismo es, quizás, la única alternativa clara de futuro para todos los municipios siempre que se sepa mantenerlo en un entorno sostenible.

Lo que ocurre es que ahora ha entrado la fiebre a nivel local por encontrar cosas que potencien el municipio turísticamente y todos las lanzan al mercado sin la coordinación y estructuración imprescindibles para sacarles más provecho.

Todo esto se desarrolla a nivel provincial, generalmente fuera de la época veraniega; pero, ¿seremos capaces de venderlo a esos turistas que deberían venir fuera de temporada junto a los demás productos turísticos que decimos disponer?

Pero, cuando el turista decide venir a Castellón, con cualquier medio de locomoción, ¿tiene toda la oferta de productos que le permitan organizar su estancia? ¿Se tiene que enterar porque lo vea en su hotel o en la oficina de turismo?  Esta es una cuestión relevante a solucionar.

Para el turismo de sol y playa, si el disponer ya de un aeropuerto más próximo a los destinos provinciales y, próximamente, de la alta velocidad en el transporte ferroviario aunque solamente llegue a la capital, va a permitir una mayor afluencia de turistas, ¿se dispone de suficientes plazas hoteleras, de campings o de apartamentos? ¿Hay proyectos sólidos para aumentarlas? Y todos esos productos turísticos que tenemos, aunque dispersos y sin coordinación, ¿se podrán ofrecer a esos nuevos turistas para que repitan o, al menos, no se aburran si buscan algo más que sol y playa?

¿Se ha pensado en el turismo de golf como alternativa? Me dirán que ¡claro que sí!, que en los años pasados se prepararon cerca de veinte proyectos pero aún no se ha aprobado ninguno, aunque ahora no es buen momento. Es cierto, pero esos proyectos eran de turismo residencial con campo de golf no de campo de golf con todos los servicios y actividades relacionadas con el mismo.

A estas alturas, y conociendo lo complejo que es coordinar a las personas y poner en común los alicientes que ofrecen nuestros municipios, ¿seremos capaces de sacarle todo el provecho a esta casi única actividad de futuro  de muchas localidades? Los macroproyectos deslumbran, pero ¿son nuestro futuro?