El presupuesto del Ayuntamiento de Castellón para el 2015, contempla en su capítulo de Gastos Financieros, una cantidad que supera los 4,5 millones de euros, de los que más de 3,2 millones serán solo para pagar los intereses bancarios. El Ayuntamiento de Castellón mantiene en la actualidad 25 préstamos a corto y largo plazo con diferentes entidades bancarias, que suman una deuda de 97,2 millones de euros. Parte de esta deuda está generada por la gestora municipal del suelo Gumsa, antes de su liquidación.
Esperanza Molina/Castellón Información
El Ayuntamiento de Castellón desarrolla desde 2011 un plan de amortización de la deuda y racionalización de gasto, para poder controlar su endeudamiento e incrementar sus recursos propios. 
En este momento, el Ayuntamiento de Castellón debe dinero a 25 entidades bancarias, con un endeudamiento global que supera los 97,2 millones de euros, a los que habría que sumar también la deuda que mantiene con el Estado por las aportaciones erróneas facilitadas por éste en los ejercicios de 2008- 2009. No es una de las instituciones municipales más endeudadas del territorio nacional, ni supera los límites permitidos, establecidos en el 110% sobre su Producto interior Bruto, pero si limita su capacidad de generar recursos propios para poder realizar inversiones.
La procedencia de esta deuda es antigua. Castellón debe al endeudamiento sus grandes obras y sus mejores infraestructuras. Algunos, préstamos fueron suscritos hace años y renegociados por el Ayuntamiento de Castellón para acogerse a mejores tipos de interés y plazos de amortización más lejanos. Pero también están las operaciones de préstamo a largo plazo, que fueron formalizados por la sociedad municipal Gumsa el 8 de junio y el 25 de julio de 2012, por importes de 1.260.000 y 360.000 euros, y a los que se subrogó el Ayuntamiento en febrero del 2014, para poder liquidar las deudas que acumulaba esta sociedad.
Interés a tipo fijo y variable
En torno a los créditos bancarios, la mayoría de ellos están suscritos con tipos de interés variable, salvo el préstamo de refinanciación (2007) del BBVA, referenciado al tipo fijo del 4,09%, y los préstamos (Dexia, Sabadell y Santander- Banesto), que se modificaron en el ejercicio del 2010. Las condiciones de aquellos contratos se fijaron en el 3,55% y 3,90%, cuantificados “a partir de la proyección de tipos futuros que indicaban los mercados financieros en la plataforma ‘Finance Active’”.
El capítulo III de ‘Gastos Financieros’ para el próximo ejercicio, establece una cantidad de 4.534.962 millones, que se destinará: al pago y amortización de la deuda; y al pago de los intereses generados por la misma.
Solo en intereses generados por esta deuda, el Ayuntamiento pagará a los bancos en el 2015: 3.207.008,14 euros.
Plan de amortización anticipada
En lo que respecta a la deuda bancaria, el Ayuntamiento acordó en el pasado mes de junio, un compromiso para destinar en el 2015 un importe de 627.904 euros, generado por el ahorro producido por el menor coste financiero de operaciones préstamos. Esta amortización supone una reducción de la deuda en un 15,54% sobre el ejercicio anterior.
Según anunciaron el alcalde, Alfonso Bataller y sus concejales de Hacienda, Juan José Pérez y Jose Masip, el objetivo municipal es reducir este endeudamiento, que a finales del 2015 será de 80 millones de euros, a finales del 2016 rondará los 50 millones de euros, y a finales del 2017, se acercará a los 37 millones de euros.
En lo que concierne a la deuda con el Estado, lo único ventajoso es que, al contrario que los bancos, aunque haya que devolverlo, los plazos de amortización son más largos, y no generan intereses.
Cuando endeudarse era señal de prestigio
En la historia de los ayuntamientos democráticos, las corporaciones locales solo hayan tenido dos medios para realizar inversiones: Las trasferencias de otras instituciones de ámbito superior, o la suscripción de préstamos a medio y largo plazo. Existe una tercera formula, los fondos propios, pero el gran problema de los ayuntamientos, es que solo el pago de sus gastos fijos, han limitado hasta el extremo su tesorería.
La reducción de los tipos de interés bancarios, a principios de los años 90, multiplicaron el recurso de los créditos para poder hacer grandes obras, muchas veces necesarias para los municipios. La liberalización del mercado bancario permitió a muchos ayuntamientos poder renegociar deudas que años antes hubieran sido prohibitivos para sus municipios.
Y desde luego, en una tónica en la que todos los ayuntamientos se endeudaban y papá Estado socorría a aquellos que se quedaban sin fondos hasta para pagar a sus funcionarios, los ciudadanos no hubieran permitido que sus ayuntamientos se quedaran al margen del espíritu inversor, por ser los ‘más buenos’ y mantener su equilibrio financiero.
Cabe señalar como explicación, también, que en la época de la democratización, los ayuntamientos fueron los grandes olvidados. Faltaban obras, plazas, calles, urbanizaciones… en una política que benefició a las autonomías y siempre prometía recordar a los ayuntamientos… en la siguiente fase de financiación.
Frutos del endeudamiento en Castellón, fueron desde el Estadio Castalia, el Planetario, hasta el enterramiento de la vía, las rondas de circunvalación, el Auditorio, la Ciudad del Transporte, a través de GUMSA…
La burbuja inmobiliaria contribuyó también a incrementar el endeudamiento municipal. Con unas previsiones de crecimiento y cuotas de urbanización que parecían no tener fin, los ayuntamientos no tenían excesivos problemas en comprometer con los bancos lo que ya calculaban que ingresarían en base al precio del suelo y las cuotas de urbanización.
Esta práctica, común a todas las instituciones es la que ahora se intenta paliar con la Ley Reguladora de Haciendas Locales, que limita no solo la capacidad de endeudamiento de los Ayuntamientos, sino que también intenta racionalizar los gastos corrientes en base a una mayor eficacia en su gestión. Las instituciones deben reducir su deuda y generar recursos propios.
















































