Este año, la Adoración Nocturna Femenina Española (ANFE) celebra cien años de existencia. Fundada en Valencia el 25 de Julio de 1925 por Anita Adrién Mur se extendió poco a poco por toda España. En nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, la primera sección de ANFE fue fundada en Segorbe en 1972 y cuenta en la actualidad con 15 secciones repartidas por el territorio diocesano.
Felicito de todo corazón a ANFE, nacional y diocesana, en el Centenario de su fundación. Doy gracias a Dios por todos los dones que nos ha concedido a través de ANFE y por la fidelidad y perseverancia de las adoradoras a su cita mensual. Ruego al Señor que nos envíe nuevas adoradas. La adoración nocturna femenina es fuente de vida para nuestra Iglesia diocesana.
ANFE es una asociación de fieles cristianas, de ámbito nacional, que tiene por finalidad adorar y velar ante Jesús Sacramentado en las horas de la noche, unidas a tota la Iglesia, con espíritu contemplativo y expiatorio, y promover el culto a la Sagrada Eucaristía. Su carisma, su vocación y su gozo son acompañar a nuestro Señor, presente realmente en la Eucaristía, en las horas de la noche. Siguen así un comportamiento muy amado por Jesús mismo, que en la noche se retiraba a orar al Padre. A las adoradoras les mueve el amor a Cristo Eucaristía, el deseo de estar con Él, de adorarlo, de acompañarlo y de consolarlo. Rezan por la Iglesia, por las familias y por todos los acontecimientos y necesidades que nos conmueven en el día a día. Éste es el espíritu que las motiva a estar con Jesús, presente en la Eucaristía, en silencio contemplativo, adorador, reparador y sanador, también para las adoradoras. Cada una de ellas podría contarnos cuántas gracias brotan de la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento. Él mismo es quien nos ofrece, como a la Samaritana, el Agua Viva, que no podemos más que agradecerle.
Por la consagración en la Santa Misa, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Él se nos da en comida en la comunión y Él se queda real y permanentemente presente en la sagrada Hostia, con su humanidad y divinidad. Jesús se queda y está en el Sagrario por amor a todos. Él nos espera y merece nuestra adoración. Jesús se queda en la Eucaristía para estar con nosotros, para seguir derramando su Amor y su Vida. En el Sagrario, Dios está siempre accesible a todos. Sólo adorando su presencia aprendemos a recibirlo adecuadamente y aprendemos a comulgar.La adoración del Santísimo Sacramento es como el “ambiente” espiritual dentro del cual podemos celebrar bien y en verdad la Eucaristía para ser testigos de su amor por todos.
































