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domingo, 21 de diciembre de 2025 | Última actualización: 12:13

Todas las situaciones incómodas valen la pena (y te explicó por qué)

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En este nuevo artículo de opinión para el Castellón Información te explico por qué ...

Pero antes, déjame hacerte una pregunta:

¿Quién quiere pasar incomodidades?

Nadie.

Todos buscamos seguridad, estabilidad, control. Pero la verdad, aunque no guste a nadie, es que:

"Las situaciones incómodas son el punto de partida de todo lo que de verdad transforma tu vida".

Por eso, hoy quiero compartir contigo por qué vale la pena pasar por ellas. Y cómo me ayudaron a convertirme en quien soy hoy.

Cuando me quedé sin trabajo

Tras más de 20 años dedicados a una empresa en la que puse alma, tiempo y compromiso, un día me despidieron. Así, sin más.

Cuando llamé a mi mujer para contarle la noticia, se puso a llorar porque en ese momento ninguno de los dos teníamos trabajo. Ella además estaba atravesando una enfermedad que le impedía trabajar y recuerdo sus palabras como si fuera hoy seis años después: "¿Y ahora qué haremos?"

Yo con ese despido, no solo perdí un empleo. Perdí una identidad. Perdí a muchos de los que consideraba compañeros y amigos. Tuve que empezar de nuevo. Sin red. Sin hoja de ruta. Sin garantías. Sin nada. Pero también con la seguridad de que saldríamos de aquella por mis cojo... y por mi mujer.

Hoy, como consultor, Interim manager y coach, miro hacia atrás y veo ese momento como una bendición incómoda. Una dura travesía por el desierto que me obligó a reinventarme y que me hizo descubrir quién podía llegar a ser. Ojalá hubiera llegado antes, hablamos en más de una ocasión mi mujer y yo.

Ahora, déjame contarte otro tema personal, del que me siento muy orgulloso por lo que significó para mí.

Cuando decidí perseguir mi cinturón negro

A los 35 años, empecé a practicar Taekwondo. Muchos pensaban que era un capricho tardío, un sueño de juventud. Yo sabía que era mucho más.

Durante siete años entrené con constancia. Tuve lesiones, algunas importantes. Con días de agotamiento. Con tiempo quitado a la familia. Pero bien mereció la pena cuando por fin conseguí el cinturón negro. Pero el mayor premio no fue el cinturón como tal, sino todo lo que descubrí sobre mí mismo por el camino:

  • Que la edad no es un límite.
  • Que el cuerpo responde si la mente cree.
  • Que el dolor es parte del crecimiento.
  • Que la constancia vale más que el talento.
  • Que el que quiere algo encuentra una manera y el que no una excusa.

¿Qué tienen en común estas historias?

Pues que en ambas me sentí vulnerable. Incómodo. Con muchas dudas. Pero fue precisamente ahí donde encontré mis mayores aprendizajes.

Por eso te traigo esta reflexión a tí y a tu equipo:

  • ¿Os sentís cómodos? Porque entonces quizás no estás creciendo.
  • ¿Os sentís seguros? Porque entonces no estás experimentando transformación.
  • ¿Sentís que todos los días son iguales (rutina)? Porque entonces quizás no estáis realizándoos.

El verdadero desarrollo (personal y profesional), empieza cuando sales de lo conocido y te enfrentas a lo difícil.

"La incomodidad saca lo mejor de ti".

Y lo sé porque lo he vivido en primera persona y lo veo con muchos de mis clientes. El límite más grande que tenemos no es el entorno, ni la edad, ni las circunstancias. Es el diálogo interno. La narrativa que nos contamos. La voz que nos dice que “no es el momento” o “ya es tarde” o “mejor no arriesgar”.

Pero cuando logras cambiar esa narrativa, cambias tu destino.

¿Te has sentido así alguna vez?

¿Estás atravesando un momento difícil? ¿Sientes que estás en tu propio desierto personal o profesional?

Comparte este artículo con alguien que necesite escucharlo. O si quieres trabajar en tu propio proceso de reinvención, liderazgo o toma de decisiones, escríbeme. Estaré encantado de escucharte y quien sabe si #viajandojuntosaléxito se convierte en una realidad.

www.javiergimenezdivieso.com