Rafa Cerdá Torres. Abogado.
No sé ustedes pero cuando oigo hablar de política internacional, por pura cautela, espero a emitir mi propia opinión respecto a los múltiples y variados entresijos que conflictos, guerras, disputas fronterizas y demás problemas, dan forma a las relaciones entre los distintos países y territorios del planeta. Más de un centenar largo de estados se aglutinan bajo el paraguas de la Organización de Naciones Unidas, y buscando el enfrentamiento bélico, la entidad supranacional por excelencia ha tratado de canalizar soluciones pacíficas en disputas como las ocurridas en Timor Oriental, Chechenia, Osetia del Sur, Nagorno Karabaj, Belice, las Guayanas, las Malvinas, la Guerra de los Balcanes, Macedonia, Ucrania, el Sáhara Occidental y un largo etcétera. Si les preguntaran por el origen y la situación de cada uno de las disputas territoriales y políticas que he citado, lo más seguro que harían como yo, recordar una vaga referencia escuchada en los medios de comunicación tiempo atrás, y punto. El temor a que una supina ignorancia quedara al descubierto, llevaría a refugiarse en un prudente silencio hasta reunir suficientes datos, y de este modo conformar una opinión.
Pues va a ser que no.
En la candente actualidad, domina un atávico conflicto que se arrastra desde la segunda mitad del pasado siglo XX, y sobre el que todo el mundo sabe, conoce y opina con total tranquilidad. Me refiero al manido conflicto palestino-israelí. Un conflicto de profundas conexiones en toda la zona de Oriente (a pesar que su escenario geográfico no ocupe un espacio mayor que nuestra Comunidad Valenciana) y cuya resolución ha supuesto un ingente desgaste de energía de las principales potencias a escala mundial. Desde 1948, fecha en que la ONU declaró la división del territorio de Palestina en dos estados, uno árabe y otro de origen hebreo, la antigua tierra de profetas ha visto su suelo marcado por la guerra, el odio entre comunidades que lo habitan y una eterna división. Se trata de un conflicto con muchos elementos a considerar, y con muchos matices que tener en cuenta, pero que a nivel de opinión pública todo se reduce a un simple encuadre: los judíos del Estado de Israel son malos malísimos agresores de los pobres palestinos al tiempo que usurpan un territorio que nos les pertenece.
Lamento profundamente decirlo, pero esta opinión extendida en amplísima capas de la opinión pública, sólo acredita una supina ignorancia. El Estado de Israel nació el 14 de mayo de 1948 en virtud de una decisión de la Organización de las Naciones Unidas, con pleno aval del derecho internacional, y ha tenido que garantizar su derecho a existir desde el mismo día de la declaración de su independencia. Las potencias árabes que lo envuelven, jamás respetaron la decisión de la ONU de crear dos estados, y en vez de ayudar a consolidar el estado árabe, se dedicaron a atacar al precario estado hebreo, que con apenas recursos en su nacimiento, ha resistido todos los ataques bélicos de sus vecinos. Reitero este hecho Israel siempre se ha defendido, conflictos como su Guerra de la Independencia en 1948, la Guerra de los Seis Días en 1966 y la de Yom Kippur en 1973 siempre han sido ataques de Siria, Jordania y Egipto contra el pequeño estado. Y nunca ha perdido, es el único país del mundo que no puede permitirse una derrota, dado que la supervivencia de su gente está en juego.
El Estado de Israel ha creado una sólida democracia parlamentaria, con una gran pluralidad de opciones políticas y un Estado de Derecho sólido y de plenas libertades para los ciudadanos que en él viven. Frente al Estado Hebreo, se erigen dictaduras o regímenes de corte autoritario, cerrados a cal y canto a nivel político y con una obsesiva idea de exterminar a Israel. Desde su nacimiento, Israel se ha consolidado como un referente en tecnología e innovación, un país puntero en agricultura y medicina, con enormes avances en esos campos, como conseguir hacer fértiles para los cultivos suelos desérticos y crear aplicaciones técnicas en el ámbito de la cirugía cardíaca. Avances que son compatibles con un fuerte gasto en Defensa, habida cuenta de las intenciones de poderosos vecinos como Irán o Siria. Israel ha firmado tratados de paz con aquellos estados árabes que han estado dispuestos a hacerlo, como Jordania y Egipto.
No justifico en absoluto la operación militar que el gobierno de Israel ha emprendido en la franja de Gaza, la acción ha sido absolutamente desproporcionada con un elevado número de civiles entre la población palestina, sometida a un enorme sufrimiento. Me extenderé en el actual operativo en un próximo artículo. Mi intención es argumentar que Israel no es el culpable absoluto, que posee el derecho a defenderse, y que se trata de un gran país. Y que está solo. A la hora de abordar la cuestión Israel- Palestina los puntos de mira a considerar deben ser muchos, y por desgracia la información se traduce en mera propaganda anti israelí.
