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martes, 23 de diciembre de 2025 | Última actualización: 22:01

Inmersion en Cataluña

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Este año, el grupo de amigos de la juventud que solemos reunirnos todos los años durante una semana, desde que nos jubilamos, decidió pasar esa semana de convivencia en Cataluña, y por eso falté a mi cita con ustedes de cada semana en esta columna el viernes anterior.

Pero al mismo tiempo me ha servido para conocer más y mejor a la sociedad catalana del momento, a fin de poder comentar con mas conocimiento de causa, de un tema que es de rabiosa actualidad.

En primer lugar he podido constatar algo que suponía y  es la pluralidad de la misma.

Nosotros teníamos nuestra base en Calella, zona playera cercana a Barcelona, pero nos hemos paseado por gran parte de la Costa Brava gerundense y de la lindante provincia de Barcelona, con algunas visitas a la capital tanto al calor del día como a la apacible calma de la noche, y también hemos entrado a zonas menos litorales, como Besalú y Bañolas, es decir que hemos estado tanto en contacto con el ambiente cosmopolita de la gran ciudad, como en lo que yo llamaría Cataluña profunda.

Estaría por asegurar que en las grandes urbes y zonas costeras, la mayoría de la población con la que hemos estado en contacto, no tiene raíces catalanas ya que pregunté a casi todas las personas con las que nos relacionamos (camareros, servicios del hotel, personas de las tiendas que visitábamos, y en general a cuanta gente contactábamos residentes en sus zonas) y había una inmensa mayoría de originarios andaluces, extremeños y murcianos, y en los servicios del hotel predominaban las mujeres magrebíes y rumanas.

Pero para mi gran sorpresa y la de mi esposa, casi todas las personas que nos atendían se dirigían a nosotros en castellano.

Cuando mi esposa, sorprendida les preguntaba la razón de hacerlo así, solíamos recibir una de estas dos respuestas:

1-Por que se sentían mucho más cómodos hablando el castellano.

2-Porque no sabían si nosotros, entendíamos el catalán.

Sólo en Besalú y Bañolas sistemáticamente se dirigieron a nosotros fundamentalmente en catalán de inició, y en cuanto yo intencionadamente me pasé al castellano para ver su actitud, ellos mismos siguieron hablando en castellano.

En cuanto a las banderas, ya me sentí mucho mas decepcionado.

No puedo decir que en todos los centros oficiales estuviera ausente la bandera de España, pero si en su inmensa mayoría.

Lo normal ere ver la cuatribarrada catalana, la bandera azul de la Unión Europea con sus estrellitas y la local en cada sitio donde estuvimos.

Excepcionalmente también vimos en algunos sitios la bandera española, y en bastantes más la estelada independentista, lo cual a mi me resulta inexplicable en lugares públicos y oficiales, pero en Cataluña el respeto por la Ley de Banderas es  una utopía.

Cuando comentaba a veces la presencia de muchas esteladas en algunas casas particulares, colgando de las ventanas la respuesta era siempre la misma:

Los independentistas no sienten el menor recato en exhibirlas, pero los que no las exhiben, por deducción no suelen serlo.

Esa frase, me inclinó a hacer el cálculo durante una hora en la misma ciudad de Calella mientras me paseaba, y por supuesto aunque conté unas treinta, no llegaban a ser ni el uno por ciento de las viviendas de la zona recorrida.

Y por último, solíamos ir a ver los partidos de futbol a una terraza abierta con una pantalla gigante, donde en dos tardes consecutivas vimos el Barcelona-Getafe (1-1) que casi descartaba al Barcelona para la lucha por la Liga.

Al día siguiente tanto el Atlético de Madrid perdiendo 2-0 contra el Levante, como el Real Madrid empatando 2-2 con el Valencia a última hora, devolvieron la emoción a la Liga.

Pues bien, rodeados de mas de cincuenta personas en cada uno de esos eventos, detecté mucha mas decepción entre los presentes ajenos al grupo y residentes en Calella por los fallos de los dos equipos de Madrid, que por el empate de los catalanes.

Es decir que tanto el Atlético de Madrid  como el Real Madrid, tenían en aquel entorno más apoyos que el mismo Barcelona, que siempre se ha considerado “algo más que un club”.

Ante todas esas evidencias, y sin entrar en mas detalles llegué a la conclusión de que los independentistas catalanes, tendrían difícil conseguir una mayoría de la que alardean en caso de consentirles hacer las votaciones que tanto reclaman.

Son mucho más numerosas “las mayorías silenciosas”, que “las minorías alborotadoras” pese a que sean estas quienes detenten el poder y lo puedan utilizar para incrementar sus apoyos reales.

Entiendo que no se les otorgue el “derecho a decidir” a ellos solamente, porque la Constitución no lo permite.

Pero me tranquiliza mucho mas lo que he visto y detectado allí.

Hasta la semana que viene.