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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 17:01

Luis Lucia, víctima de las dos Españas

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Benicasim, 18 de julio de 1936. Media mañana. Luis Lucia remite a Gobernación un telegrama: “Madrid. Ministro Gobernación. Como exministro de la República, como jefe Derecha regional valenciana, como diputado y como español, levanto en esta hora grave mi corazón por encima de todas diferencias políticas para ponerme al lado de la autoridad que es frente a la violencia y la rebeldía la encarnación de la República y de la Patria. Luis Lucia Lucia” Se acababa de meter en un buen lío. El telegrama no le sirvió de coartada, como algunos pretenden, ante los republicanos que lo detuvieron y procesaron acusado de quintacolumnista, y fue, en cambio, la prueba de cargo para ser condenado a muerte por los tribunales franquistas.

Nacido en les Coves de Vinromà, su pueblo de referencia siempre fue Nules, a cuya notaría fue destinado su padre siendo Lucia muy niño. Fundador con otros carlistas de Diario de Valencia, su trayectoria ideológica evolucionó a posiciones democristianas hasta ser el alma de la Derecha Regional Valenciana, que más tarde se confederó con la CEDA, de la que fue vicepresidente. Fue dos veces ministro de la República, en Fomento y Comunicaciones, durante el bienio radical-cedista.

Creyente, demócrata y pacifista, jamás confió en las soluciones violentas y militaristas. Defendía la lucha política con las única armas posibles: la papeleta y la urna, y siempre dentro de la legalidad. Su posibilismo republicano concitó las iras de los monárquicos, fueran éstos alfonsinos o carlistas, quienes le consideraban un traidor del tradicionalismo. Intentó en vano republicanizar a la CEDA, pues compartía con  Lerroux la idea de que la República sólo sería posible si lo era de todos, y no sólo de una de las facciones sectarias en que se había dividido trágicamente España.

El dardo profético de Machado que previó que cada una de las dos Españas helaría el corazón del españolito de la de enfrente, no tuvo en cuenta que una minoría de espíritus selectos serían víctimas de ambas ganaderías, precisamente por no plegarse a sus cabestros ni sectarismos. Así les ocurrió a Unamuno, Madariaga, Gasset, Esplá y, entre ellos, Luis Lucia Lucia. El telegrama que le valió su sentencia de muerte estaba en coherencia con su trayectoria personal e ideológica. La pronta intervención del arzobispo Prudencio Melo arrancó de Franco la conmutación de la pena de muerte por la cadena perpetua y, más tarde, la confinación en Mallorca. Pero una melancolía hepática se lo llevó por delante el 5 de enero de 1943. Ayer se cumplieron setenta años. La policía secreta del Régimen vigiló de cerca y discretamente sus exequias. Acto seguido la losa pesada del franquismo sepultó su memoria incómoda y llegó el olvido. Sirva este brindis de rescate.