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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

Ser del montón

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Luis Andrés Cisneros.

La expresión ser del montón, además de ser ‘un conjunto de cosas puestas sin orden, unas encima de otras’, también tiene la acepción de ‘ser uno cualquiera, sin nada que le haga destacarse del resto’, o sea, ser un personaje (o personaja) triste(a), anodino(a) y sin nada destacable.

Ahora bien, si queremos utilizar el género femenino, como Montona (para no ofender a nadie inmerso en la lucha dela igualdad de género), nos estaríamos refiriendo a una pequeña localidad croata situada en la región de Istria.

Para definir, con más claridad, el motivo de la publicación de este artículo de opinión, prefiero quedarme con la primera definición, esa que habla de ‘ser un personaje cualquiera’, que identifica con mayor exactitud a la Consejera de Sanidad UySP, Carmen Montón (o Montona, igual prefiere esta denominación más igualitaria y sin connotación sexista).

Este (a) ‘preclaro (a)’ personaje (a) que ya, con la tierna edad de 16 años, ingresó en la política adivinando, en el principio de su adolescencia, que le sería más rentable dedicarse a la esos menesteres que a la carrera que iba a estudiar, medicina. Ese año ingresó en las Juventudes Socialistas de España y, desde entonces, cuenta con diversos cargos y prebendas, imaginamos que bastante lucrativos (as).

Su campo de especialización siempre ha estado ligado a todo lo referente a la Igualdad, la Violencia de Género (otro tipo de violencia no le interesa), el aborto    (o como le gusta decir ‘interrupción voluntaria del embarazo’). En este último caso es curioso que siendo médico, cuyo fin primordial es la preservación de la vida humana, sea partidaria de la muerte de seres indefensos. En la Historia de la Humanidad ha habido otros casos parecidos en países como la antigua URSS o Alemania,

No es de extrañar su fobia hacia la vida y/o la familia, viniendo del grupo que lideraba el antiguo Presidente, Rodríguez Zapatero, que tuvo la brillante idea de crear un Ministerio de efímera vida, el de Igualdad, pero que sirvió para colocar a un montón de gente en puestos de relevancia económica como, por ejemplo, la que actualmente se encuentra en un retiro dorado, Bibiana Aído.

Bueno, después de estar ‘sufriendo’ en distintos cometidos de mucho ‘curro’ y poca ‘pasta’, por fin alcanza el puesto que tiene ahora, donde está demostrando que se puede pasar de un lío a otro, sin ningún rubor y con ideas más bien encaminadas a ocupar un privilegiado lugar en la historia de las decisiones más rocambolescas y disparatadas.

Una de las primeras medidas que adoptó y que desembocó en uno de los ridículos más espantosos de la política a nivel nacional y, a lo mejor, también mundial, fue la cacicada perpetrada contra los trabajadores del Hospital Provincial. Después de despidos masivos y amenazas de todo tipo, tuvo que rectificar, eso sí, después de pagar, con el dinero de los contribuyentes, su caprichosa decisión.

Como parece ser que no tenía bastante con su desastrosa gestión de la Sanidad UySP, y haciendo acopio de los gloriosos momentos vividos en anteriores ‘cholletes’ de la igualdad, el género y otras cuestiones de vital importancia para el bienestar de los habitantes que nos toca sufrirla, se lanzó a la ‘cruzada’ del lenguaje sexista.

Con dinero de todos los ‘paganinis’ de caprichos dolosos, o sea nosotros, averiguó que la Sanidad valenciana se solucionaría, de un plumazo, con la publicación de  una Guía breve para un uso no sexista del lenguaje. ¡¡Albricias, lo encontré!! parece ser que dijo Montona cuando tras la lectura del Vademecum, se rumorea que entró en trance y descubrió la panacea para que los usuarios de la sanidad accedieran al Nirvana de la eficiencia sanitaria.

Es decir, el problema de las listas de espera, de la masificación de consultas, de la falta de financiación en alguna que otra patología, de la precariedad de recursos y otras ‘nimiedades sin importancia’, tiene solución: enseñar a hablar, sin connotaciones sexistas al personal dependiente de su Consejería. Es muy probable que este descubrimiento, sin parangón en la historia de la medicina mundial, la haga merecedora del Premio Nobel de Medicina.

Su aportación a que nuestra Sanidad sea puntera, a nivel mundial, se basa en hechos como estos: sustituir ‘niños’ por ‘criaturas’ ‘personal médico’ en lugar de ‘doctores’, ‘descendencia’ en lugar de hijos’, ‘los enfermos’ pasan a ser ‘las personas enfermas’ usar ‘profesionales de la sanidad’ en lugar de ‘profesionales sanitarios’, decir ‘alta voluntaria a petición propia’ en vez de ‘alta voluntaria del paciente’. De lo que se trata es de que desaparezca cualquier nombre masculino en aras a ‘hacer visibles a las mujeres’.

¿Se le habrá ocurrido a la señora Montona (hay que hacer visible su condición femenina) informar a los contribuyentes sobre cuál es el coste de su ‘cruzada’ por la igualdad? No se hagan ilusiones, mientras que usted si sabrá cuánto cuestan los medicamentos que se le recetan, ignorará el dinero dilapidado en cuestiones baladíes.

Por cierto, por más que he buscado, no he encontrado ningún lugar donde figure la experiencia, como médico, de la señora Montona. Entiendo que buscar el más difícil todavía le ha impedido ejercer como galeno(a).

Tranquila, con actos como este se está ganando un puesto en algún organismo de la ONU, encargado de la visibilización de las mujeres, a lo mejor la colocan de ayudante de su amiga Aído. Lo más lamentable es que estas fantochadas, no hacen falta para demostrar la verdadera valía profesional de los miles de mujeres que están haciendo una labor excepcional en la Sanidad valenciana.

Acójase al refrán ‘Zapatero a tus zapatos’ y no haga como él que sabía de todo y que la aupó a coitas inimaginables para usted, señora Montona.

¡Viva España!