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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

El modelo balcánico y Cataluña

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Los líderes independentistas catalanes llevan años buscando modelos en los que inspirar sus absurdas quimeras. En los tiempos recientes se ha hablado de la vía escocesa o la vía canadiense ninguna de las cuales ha dado resultado alguno aunque ambas partieron de realidades distintas a la catalana, en particular Escocia, un Reino con larga tradición de existencia autónoma.

Los separatistas se han comparado a veces con países prósperos como Dinamarca o Finlandia y otras veces con entidades depauperadas como Kosovo que en 2008 proclamó unilateralmente su independencia  y que tras ser reconocida por 112 de los 193 miembros de la ONU, entró en un limbo de aislamiento en que está teniendo que vivir gracias a la caridad ajena.

He pasado doce años de mi vida profesional como Encargado de Negocios o Embajador en distintos países balcánicos, desde que llegué en 1976 a la Yugoslavia de Tito, hasta que me jubilé en 2011 como Embajador en Bulgaria. Admiro y amo los Balcanes y sus acogedoras gentes por muchos conceptos pero nunca me atrevería a presentarlo como un modelo para los problemas en España.

Recientemente Quim Torra señaló que una salida a la Eslovena podría ser la solución para las aspiraciones independentistas de parte de los catalanes. Es bien sabido que Eslovenia, como Serbia, Croacia, Bosnia, Macedonia, Montenegro o Kosovo nacieron como resultado de una guerra sangrienta.

A Torra pareció tentarle la idea de Eslovenia, que ‘solo’ tuvo que guerrear durante diez días y ‘solo’ conoció 60 bajas, 15 de ellas eslovenas y las restantes 45 miembros del ejército yugoslavo en el que combatían soldados de todas las regiones del país incluida Eslovenia. A Torra y sus compinches les puede parecer un peaje aceptable. Antaño la independencia de muchos países hoy muy respetados, conllevó millones de víctimas. 14 mártires catalanes le parece a Torra asumible. Se les erige un monumento funerario y sus nombres serán venerados por siglos.

Hace falta ser muy malvado para pensar en nuestros tiempos en tales términos. Y también muy ignorante porque las cosas no son tan sencillas como las ve el President. Veamos, Yugoslavia fue un país nacido tras la I Guerra Mundial y mantenido unido autoritariamente mientras Tito estuvo a su frente hasta 1992. En conjunto, con diferentes fronteras y formas de Estado, sobrevivió 74 años.

Fui testigo de excepción de las transformaciones en aquella región en tanto que Jefe de la Misión de la OSCE, al frente de una gran delegación internacional compuesta por un millar de diplomáticos, abogados, militares, policías etc. que durante largos años logramos recomponer parte de los horrores que conllevó aquella espantosa guerra que asoló particularmente a Bosnia, Croacia y Serbia. Centenares de miles de muertos, miles de desaparecidos, millones de desplazados, millones de casas destruidas fue el balance final.

Aunque insisto en que las comparaciones entre España y Yugoslavia son odiosas, debo recordar que Eslovenia, con dos millones de habitantes étnicamente cohesionados, sin minoría serbia, celebró un referéndum en que participó el 90% de la población y dio un resultado casi unánime en favor de la independencia. Contra tal país Milosevic estimó que no debía desgastarse con una larga guerra. Tras diez días, el ejército yugoslavo abandonó aquel escenario y se concentró en Croacia y Bosnia donde había un amplio porcentaje de población serbia y donde las consecuencias fueron particularmente trágicas.

España es un país que cuenta con más de cinco siglos como estado independiente, uno de los más antiguos del mundo. Cataluña ha sido siempre parte de esa España. La Comunidad catalana es cuatro veces mayor que Eslovenia  y dos veces mayor que Croacia o Bosnia. No debe, por tanto compararse con lo que ocurrió en Eslovenia. Su escenario podría parecerse más al de Bosnia, aun hoy fraccionada y desorientada. Evidentemente a Cataluña no le conviene una guerra.

Tampoco España puede enfrentar un intento de solución militar en ninguna parte del país. Tuvimos nuestra guerra civil hace casi un siglo y aun no nos hemos podido levantar la losa de su recuerdo, ni siquiera los que no habíamos nacido por entonces... No quisiéramos ver a ningún gobernante español convertido en un Milosevic que buscando mantener por la fuerza la unidad de su país, acabó sus días muerto en la cárcel de La Haya mientras estaba siendo juzgado como criminal de guerra. Sin olvidar tampoco que su rival croata el Presidente Franjo Tudjman reposa con todos los honores en el hermoso cementerio de Zagreb.

Tomemos muy en serio la deriva que están tomando las cosas en Cataluña y la actitud indecisa del Gobierno central. En una guerra se sabe cómo se empieza (y en este caso, ni eso) pero no se sabe cómo acaba.