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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

El Armisticio

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Habría tantas cosas de que hablar en estos días que podría redactar media docena de columnas tratando de cuestiones nacionales e internacionales de rabiosa actualidad. Permítanme que dedique unas líneas al acontecimiento que se ha desarrollado hoy en París y que quizá sirva para englobar algunos de los otros acontecimientos que he omitido.

Ha sido hermoso ver la ceremonia que Francia ha montado en los Campos Elíseos, con su estilo y grandeza indudables para evocar el Armisticio que se firmó hoy hace cien años en un vagón de tren en la localidad francesa de Compiegne, y que ponía fin a la Gran Guerra iniciada cuatro años antes, en 1914.

Aquella contienda  se desencadenó por el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro Húngaro, por un nacionalista serbio en Sarajevo. Los dos bloques (la Triple Entente y la Triple Alianza) se enzarzaron en sucesivas implicaciones  que atrajeron a otras potencias mundiales: Francia, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos, Italia, Japón en un bando contra Alemania, Austro-Hungría, el Imperio Otomano, Bulgaria en el otro. Y por supuesto países tan lejanos como Canadá, Australia, Nueva Zelanda o casi todos los países europeos se vieron envueltos en aquella cruel lucha.

Emocionaba ver hoy en París a dos de los principales enemigos de entonces (Francia y Alemania) sentados uno junto a otro y recordar que solo gracias a su entendimiento  casi 40 años más tarde, fue posible construir una Europa Unida.

También era interesante ver allí a Trump que aterrizó en Francia recién pasadas las elecciones de medio mandato que le han dejado sin la Cámara de los Representantes  pero vivito y coleando con miras a las próximas Generales en 2020. Mosqueado por las recientísimas declaraciones de Macron en favor de crear una defensa europea, para cubrir el vacío que dejaba en Europa la nueva política estadounidense.

Allí estaba Putin ocupando un puesto central en la tarima de honor como si los tiempos del bipolarismo, de la Guerra Fría y de la URSS, no hubieran pasado.

No mencionare a todos los presentes, nada menos que 72 Jefes de Estado o de Gobierno. Estaba Juncker, el Presidente de la Comisión Europea, pero no Tusk, el Presidente del Consejo quien prefirió celebrar el acontecimiento del Centenario de la independencia de Polonia en su país natal.

Allí estaba nuestro Monarca Felipe VI, un poco fuera de foco ya que España, como todos sabemos, practicó una neutralidad de engorde tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. Por cierto no se perdió la fiesta, Pedro Sánchez, sabedor de que en esta ocasión, por ir de comparsa, no haría un papel desairado  como últimamente los viene haciendo él o su vice ya sea en Bruselas, en el Vaticano o en Madrid. Por fortuna la señora Calvo y sus modelos se vio sustituida por el Ministro Borrell.

Del resto, fueron más interesantes las ausencias (China, Japón o el Reino Unido que prefirió celebrar la ocasión en Londres) que las presencias.

Insisto en la belleza visual del acto: un París lluvioso y frío, un Macron a tono, un discurso medido, bella música de Bach y Ravel. Pero en verdad no había mucho que celebrar. En 1918 solo se firmó una tregua de 20 años que sirvió para encumbrar a Hitler aupado por el revanchismo tras las sanciones impuestas a Alemania en Versalles.

En 1939 comenzó una nueva guerra. O quizá era la segunda parte de una larga guerra que se extendería desde 1914 a 1945. Si en la primera parte hubo 20 millones de víctimas, en la segunda murieron cerca de 100 millones.

En 2045, si sigue la paz, sí que habrá mucho que celebrar y es que será el primer siglo en la Historia de Europa, en que, gracias en parte a la existencia de la Unión Europea, no ha habido que lamentar una gran guerra.