Mercedes Ventura. Diputada autonómica de Ciudadanos por Castellón.
A pesar que el curso escolar se inicia con once frentes judiciales abiertos, el conseller tiene la osadía de anunciar que todo comienza con normalidad. En su definición, recordar que la normalidad es la cualidad de ajustarse a las normas y, por lo que parece, su Conselleria las está obviando. La realidad es que el curso no podía empezar peor, con denuncias por parte de AMPAS, sindicatos, asociaciones y centros educativos, entre otros. Es decir, que tiene a toda la comunidad educativa enfrentada por su mala gestión en el sistema educativo.
No solo ha recibido denuncias por la aprobación de un decreto de proyectos lingüísticos de centros que vulneraba la igualdad de oportunidades, por su carácter sectario a los que no pensaban como él, sino también por la aprobación de normas que vulneran las libertades de los padres a elegir el tipo de proyecto educativo que quieren para sus hijos.
A esta problemática se han sumado los recursos de la regulación de la jornada continua, cambios en las plantillas del profesorado de religión, la red concertada, becas universitarias en la red privada, el caos en las plazas de interinos y sus despidos, y, ahora, la batalla abierta con el STEPV por el rechazo a las condiciones laborales de las Escuelas Oficiales de Idiomas sobre los recortes en el tiempo de coordinación. Como podemos apreciar, afirmar que el curso académico inicia con normalidad es una utopía.
Otro gran frente del Sr. Marzà es la eliminación de los barracones de toda la Comunitat, donde el porcentaje de ejecución es muy bajo. Año tras año se van incumpliendo las promesas de acabar con los barracones y esta situación le ha llevado a sumar más de cinco mil quejas al Sindic de Greuges durante el pasado curso escolar. A pesar de ello, este año han prometido que la legislatura concluirá con la eliminación de los barracones recogidos en el mapa de infraestructuras.
Esta promesa puede caer en saco roto debido al estancamiento producido por los incumplimientos en los plazos establecidos. Mientras, me gustaría recordarles que el alumnado sigue estudiando en aulas precarias e inseguras donde se sufren temperaturas extremas, por lo que esta situación se hace insostenible. Con estas últimas palabras, me uno a la reivindicación del AMPA del colegio Regina Violant de Almassora, que lleva 11 años en barracones y al que la Conselleria ha condenado un año más, por su deficiente gestión, a seguir estudiando entre cajas de chapa y plástico.
