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lunes, 20 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:59

Se equivocó la paloma... ¿o no?

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal

El conocidísimo poema del genial Alberti poeta de la generación del 27, y tantas veces interpretado por grandes cantantes españoles tiene como esencia afirmar que el símbolo de la libertad por excelencia confundió el norte y el sur, el mar con el cielo y la noche con la mañana, es decir que cuando tomamos decisiones importantes no solo podemos equivocarnos sino que lo hacemos, y lo que es peor, serán los demás quienes nos digan que muy mal.

Eso es lo que le han dicho por activa y por pasiva estos días al Ministro Montoro, que se equivocó con la amnistía fiscal y se lo ha dicho ni más ni menos que el Tribunal Constitucional y por unanimidad, o al menos eso es lo que los titulares de prensa y medios nos han transmitido; ahora bien cuando rascamos un poco la sentencia lo que se evidencia es la reprobación por no haber tributado adecuadamente los dueños de esos capitales aflorados, a diferencia de lo que ocurrió en las dos ocasiones anteriores en las que bien se obligó a suscribir productos financieros con retención del 45% o baja rentabilidad , por lo que de un modo u otro al tener que asumir deuda pública del estado se tenía controlado por una parte a los evasores y por otra, a hacer caja bien por retenciones, bien por no retribuir a precio de mercado.

En esta ocasión, solo hubo que abonar el 10% de la cantidad aflorada y que además no era inspeccionable, al no ser esto un impuesto, sino una medida adoptada por un gobierno vía Boletín Oficial del Estado.

Hasta ahí es obvio que el principio de capacidad económica o lo que es lo mismo, pagar en función de lo que uno ingresa ha sido alterado. Puede servir de atenuante que España estaba al borde del rescate y había que buscar dinero bajo las piedras porque la recaudación bajaba en picado y que se preveían dos mil quinientos millones aunque al final solo ingresaron mil quinientos.

Pero lo que nadie dijo ni ha dicho es que esos cerca de quince mil quinientos millones de euros que afloraron suponen muchas cosas más que ese diez por ciento, primero que en el patrimonio de cada año habrá que tributar por ellos; tributarán también por los rendimientos que esos capitales van a generar cada año y aunque no se va a inspeccionar ese dinero, si se puede inspeccionar los cuatro años no prescritos y verificación de lo declarado por cualquier tipo de impuesto.

Por si lo anterior no fuera suficiente, durante muchos años los evasores que han aflorado capitales en el exterior van a ser minuciosamente comprobados cada año tanto en sus operaciones económicas como en sus declaraciones, pues Hacienda perdonó pero no olvida.

No es admisible la evasión de capitales, no se puede transigir con ello, y con las estructuras creadas que lo han permitido; ahora bien, haber conseguido aflorar una cantidad respetable que va a pagar impuestos a partir de entonces, que pueda permitir directa o indirectamente facilitar la tarea de investigación fiscal y conseguir un ingreso real mayor, tampoco es despreciable.

No sé, se equivocó...?