La concentración ha sido impulsada por un grupo de Facebook en el que sus impulsores hacían un llamamiento a la ciudadanía en contra de la apertura de este lavadero de coches ubicado frente al solar de la antigua empresa Fritta. Su principal reclamo publicitario son las mujeres vestidas de manera sexy lo que ha levantado una auténtica polvareda en el municipio y ha supuesto la intervención de la propia concejalía de la Mujer. De momento el negocio continua cerrado a la espera de concluirse los trabajos de construcción de la zona de lavado y espacios para la diversión de los más pequeños
Clara Parra
Alrededor de una veintena de jóvenes y miembros de algunas formaciones políticas como Esquerra Unida, el CJC y el PCPE se han concentrado esta tarde en la plaza del Ayuntamiento de Vila-real para protestar y frenar la próxima apertura en la localidad de un lavadero de coches sexy, cuyo principal reclamo serán las trabajadoras con indumentarias ceñidas y ciertamente provocativas.
Este nuevo establecimiento, que se encuentra frente al solar de la antigua empresa Fritta, está regentado por una pareja de origen colombiano quienes, tal y como explicaron a Castellón Información, su intención era abrir un lavadero al estilo de los que ya existen en su país o en el propio Estados Unidos.
En concreto trabajarán dos empleadas, más la dueña, quienes estarían realizando un cursillo de formación de encerado y limpieza de vehículos para ofrecer “un trabajo profesional” más otros hombres para la limpieza de vehículos pesados como camiones.
La propietaria aseguró que la elección de las mujeres, “madres de familia”, se llevó antes de que el tema corriera como la pólvora en la ciudad y que su indumentaria será “sexy como vestimos las colombianas”.
Además, los propietarios, que prevén abrir las puertas del negocio próximamente, han aceptado las recomendaciones del Consistorio y cambiarán el nombre por otro en el que no se haga referencia al uso de la mujer como objeto sexual.
La veintena de manifestantes han acudido con una pancarta posteriormente hasta la puerta del establecimiento para mostrar su malestar a los propietarios del negocio.
