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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

Pim, Pam, Pum

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No crean que con el título de esta columna les aguardan reflexiones alegres sobre los fuegos artificiales, las tracas y las mascletás, ahora que en estos pagos andamos metidos en los festines de La Magdalena y las Fallas. Espero que ustedes los disfruten mucho y que les sean leves.

Muy contra mi gusto voy a hablarles del gran maremágnum que cada año se organiza en España en torno al día de la mujer, el 8 de marzo. De entrada ya empieza a ser sospechoso que haya habido que escoger un día especial dedicado a la mujer, como existe un día del gato, de la lucha contra el cáncer o del orgullo gay. Los 365 días del año tendrían que ser días de la mujer y del hombre. Del ser humano.

Todos o casi todos, desde que el mundo es mundo, tenemos alrededor hombres y mujeres. Casi todos tenemos una madre, unas abuelas, unas hermanas, una esposa, unas hijas, unas compañeras de estudio y de trabajo y a todas las hemos querido con igual intensidad que a nuestros abuelos, padres, hermanos, hijos y compañeros.

Según los tiempos y las culturas, el papel del hombre y la mujer ha ido evolucionando y con tales cambios, ha evolucionado también la sociedad. En lo que mi memoria alcanza y hasta mediados del siglo pasado, la mujer dedicó prioritaria atención a atender a la familia y al hogar.

Mis años universitarios fueron también los del boom del acceso de la mujer a las licenciaturas y al trabajo en todos los órdenes. Surgieron multitud de mujeres empresarios, sanitarios, militares, enseñantes, diplomáticos y en todos los oficios.

Sucedió ello de una forma espontánea y natural, sin que se produjeran más tensiones entre los géneros que los que había habido cuando el mundo laboral estaba copado solo por los hombres.

Aunque sí es cierto que la sociedad ha conocido algunas consecuencias por esa transformación. Los índices de natalidad decayeron hasta las cifras actuales de 1'2 hijos por familia. Las expectativas de vida de la mujer que siempre habían sido 6 o 7 años superiores a las del hombre comenzaron a igualarse con las de éste como consecuencia del stress laboral y el tabaquismo.

En general la vida avanzaba equilibradamente, buscando igualar los ascensos y los sueldos, aunque con las tragedias bien conocidas de los crímenes pasionales que siempre han existido pese a que en otros tiempos -y en otros lugares- se llevara peor la cuenta y que seria indispensable corregir.

Pues bien, desde que Pedro Sánchez llegó al gobierno y tuvo que hacerlo aliándose con Unidas Podemos, desde que apareció el Ministerio de Igualdad y figuras como Irene Montero, "Pam", Ione Belarra, Yolanda Díaz entre muchas otras, quieren darnos la impresión de que la mujer libre acaba de ser inventada.

Con la retahíla de leyes que estas gentes están sacando de la manga -la ley trans, la de solo si es si, la del aborto, la educación de género, la preferencia laboral para los LGTBIQ- y con los disparates que a diario hemos de escuchar de aquellas y otras aprovechadas de la cosa pública, muchos tenemos la impresión de que esto se va a la deriva.

Las manifestaciones del 8 de marzo cada vez congregan a menos gente y están más escindidas; esta vez ha habido hasta tres enfrentadas y al borde de la colisión, con lemas sumamente insultantes.

Esto se acaba señores. No es posible que el camino por el que está avanzando el país rumbo al precipicio pueda continuar más allá de 2023. Por el momento lo que muchos agradeceríamos es que los medios informativos, particularmente la television, nos ahorraran las imágenes de todas estas ministras y muchos otros políticos, aunque los muestren con intenciones desacreditantes o meramente informativas.

Por favor, no mas imágenes del ex coletas, de su ex, de "Pam", y Pim y Pum, aunque solo sea por razones estéticas. O higiénicas.