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lunes, 6 de mayo de 2024 | Última actualización: 15:01

El estrés laboral

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Cada vez más el estrés y todo lo relacionado con la salud mental, cobra mayor importancia en el trabajo. Las generaciones más jóvenes, entre sus prioridades a la hora de elegir en que empresas trabajar, buscan empresas o entornos saludables. Y son sus dirigentes, los principales responsables de crearlos. Pero, ¿cómo podemos reconocer que alguien sufre un alto nivel de estrés?

Las personas con estrés a nivel cognitivo sufren problemas de memoria, dificultades para concentrarse y mayor indecisión. A nivel emocional frustración, cambios de humor, mayor irritabilidad y agresividad en la comunicación. A nivel conductual, se pierde el sentido del humor, la motivación y nos aislamos. Además dormimos mucho o no pegamos ojo y lo mismo sucede con el uso y abuso de sustancias como el alcohol, el café o el tabaco. A nivel físico, sufrimos molestias a nivel general, dolor en el pecho y la cabeza, taquicardias, etc.

Si te has sentido identificado con varios de estos síntomas y llevas sufriéndolo tiempo, deberías visitar a un profesional de la salud. Te lo digo por experiencia propia. Hubo una época en mi vida en que la exigencia del cargo que ocupaba, pero sobre todo, mi autoexigencia que me impedía fallar, hizo que un día explotase. Recuerdo de aquella época episodios de ansiedad, dolor de pecho, mareos, principios de alopecia y mi juicio empresarial empezó a resquebrajarse.

Perdí el sentido del humor una de mis virtudes y mi liderazgo se volvió más autoritario, más controlador, menos dialogante. Acabé por crear un entorno poco saludable. Las consecuencias no tardaron en verse a mi alrededor: un menor compromiso, una mayor rotación, un incremento del absentismo, un aumento de las quejas y reclamaciones de mis clientes y un menor desempeño y productividad de mis empleados.

Afortunadamente, logré cambiar una vez tomé consciencia de que tenía un problema y pedí ayuda. Empecé por cambiar las cosas que podía cambiar y las que no a la basura. Comencé a establecer límites claros para mí y para otros. Esto incluía el número de horas de trabajo y por el contrario a planificar mejor lo que era “importante” vs. “urgente”.

Reduje mi exigencia conmigo mismo y con los demás, cuando cambié mis expectativas. Desconecté de la tentación de mirar el mail a cada segundo al llegar a casa, por si había una urgencia. Créeme nada es tan importante ni urgente como crees. Así que desconecté más y tomé descansos intencionales para hacer más deporte. Pero sobre todo querido lector, entendí que el viaje juntos hacia el éxito, no es una carrera de velocidad sino de fondo y que sin salud no hay viaje.

¿Hora de reflexionar?