Marta Barrachina. Alcaldesa de Vall d’Alba, Diputada provincial y Presidenta provincial del PP de Castellón
Ximo Puig sigue adelante con su proyecto de desmantelar la Sanidad pública de la Comunitat Valenciana. No hay nada ni nadie que lo detenga. Está empecinado en acabar con un sistema que el Partido Popular fue construyendo a lo largo de sus muchos años de gobierno en la Generalitat Valenciana -desde Eduardo Zaplana a Alberto Fabra y sin olvidar a Francisco Camps- y que era referente para el resto del país.
Pues, ahora, todo ese trabajo de décadas, comienza a desmoronarse ante la incapacidad de gobernar y gestionar- del socialista. Y los perjudicados somos todos los ciudadanos, absolutamente todos, pero de manera muy especial aquellas familías – que son muchas- que no pueden pagar un seguro privado. Y eso que ellos, los del PSOE, presumen de progresistas y de hacer políticas sociales, pero lo único que hacen es mandarnos a casa, sin trabajo y sin médico...
No se trata, bajo ningún concepto, de una opinión subjetiva o de una interpretación partidista. Para nada. Estamos hablando de hechos concretos. El desmantelamiento del Hospital Provincial, la verdadera joya de la corona de la Sanidad pública castellonense, es un hecho tan irrefutable como vergonzoso. Pero también es lamentable que, en plena sexta ola del Covid-19, cuando son más necesarios que nunca los profesionales sanitarios, tanto médicos como enfermeros; se produzcan despidos masivos. Aquí, en Castellón, y en el resto de los centros sanitarios de la Comunitat Valenciana. Vergonzoso.
Y es que si a lo largo del año se han despedido en la provincia de Castellón a 563, ahora se anuncia una nueva tanda de despedidos hasta sumar a 81 profesionales. Y eso solo en Castellón, las cifras a nivel regional son de vértigo. Pero, claro, todos debemos comprender que Ximo Puig, con el apoyo de su consellera Ana Barceló, necesita recortar ‘gastos superfluos’, como la Sanidad; para pagar coches oficiales y asesores. Y mientras, el Hospital de La Plana, sin ir más lejos, se ve obligado a suspender operaciones porque le faltan camas y porque le falta personal…
Eso sí, Ximo Puig cuenta con el silencio cómplice del presidente de la Diputación, José Martí, que prefiere mirar para otro lado y guardar silencio. Esa es su verdadera filosofía política.
