Las fiestas patronales han vuelto a tomar nuestras calles, han logrado hacer paréntesis en nuestras rutinas y nos han empujado a la calle con el deseo de compartir todo aquello que nos hace únicos.
El ejemplo más claro lo hemos vivido en Les Calderes. Esa fiesta patronal que nos moviliza con devoción y emoción. Que nos devuelve a nuestra infancia, con nuestros abuelos, y nos lleva al futuro, con nuestros hijos. La que nos une y nos hace compartir un arroz que nos sabe a poco porque solo un día al año tenemos la oportunidad de disfrutarlo.
Hace más de un siglo este arroz se repartía entre los “pobres de solemnidad”. La miseria era común en aquella época en la que llevarse un trozo de carne a la boca era un privilegio. Por eso Les Calderes serían para alimentar a muchos, quizás el único plato caliente del día, que era una gloria para quienes nada tenían.
Esa es mi Almassora. La que festejaba dando de comer a quienes no tenían. La que convertía su fiesta patronal en ejemplo de solidaridad, altruismo y humanidado. Que invitaba a comer a todo aquel que no tenía nada que llevarse a la boca. Y lo hacía con un arroz bendecido que festejaba el día de nuestra patrona, Santa Quitèria, a la que tanta devoción tenemos.
Hoy aquella pobreza ha quedado afortunadamente para la historia de un pueblo que nos une. Pero ese espíritu de compartir y de distribuir entre nuestros semejantes sigue tan vigente como hace más de un siglo. Y esa es nuestra grandeza.
En estas fiestas, en las que se cuela una campaña electoral que el próximo 28 de mayo nos llama a las urnas, apelo a ella. Porque somos grandes y merecemos el trabajo y el esfuerzo que nos permita avanzar para estar a la altura de Almassora.
Y humildemente os pido el voto porque vosotros sois el cambio. El que reivindica esa Almassora en grande que merecemos, orgullosos de nuestra historia y ambiciosos con nuestro futuro, sin recortes que nos dañan la salud ni limitaciones a una libertad que es símbolo de nuestra identidad. Juntos, unidos, de la mano para compartir un objetivo sencillo pero a la vez exigente: resolver vuestros problemas, mejorar vuestra vida y ser felices. Ese es el reto.
