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jueves, 9 de mayo de 2024 | Última actualización: 00:09

‘Gracias por tanto’

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Este domingo celebramos el Día de la Iglesia diocesana, una ocasión propicia
para conocer algo más a nuestra Iglesia diocesana, para amarla y sentirla como nuestra
propia gran familia. Nuestro Año Jubilar diocesano nos invita también a dar ‘gracias por
tanto’, como dice el lema elegido para la jornada de este año.

Nuestra Iglesia diocesana o diócesis de Segorbe-Castellón no es un territorio o
una estructura administrativa. Es una porción del Pueblo de Dios, de Iglesia universal
extendida por todo el mundo. En la Iglesia diocesana se realiza, se hace presente y actúa
la Iglesia de Jesús. La formamos todos los fieles católicos que vivimos en las 146
comunidades parroquiales que la integran. Cada comunidad parroquial es una cédula del
gran cuerpo de la Iglesia diocesana, a la que ha estar vitalmente unida en su vida y en su
misión para ser eclesial. La sirve, guía y ‘pastorea’ el Obispo, en nombre de Jesús, el
Buen Pastor, con la cooperación de los sacerdotes. Todos juntos formamos esa gran
familia de los hijos de Dios, que peregrina en Segorbe-Castellón. A todos nos
corresponde participar responsablemente en su vida y misión evangelizadora.

En este día damos una vez más gracias a Dios por nuestra Iglesia diocesana y
por tantos dones que de Él hemos recibido a lo largo de los casi ocho siglos de su
existencia y que recibimos en el presente. Nuestra Diócesis es ante todo un don de Dios.

Somos su pueblo, el pueblo que Dios se ha elegido para ser su morada entre los
hombres; está vivificada y alentada por la acción del Espíritu Santo y se alimenta en la
Palabra y los Sacramentos para ser lugar de la presencia eficaz del Señor resucitado y de
su obra salvadora y sanadora entre nosotros y para todos. A través de nuestra Iglesia
hemos recibido, entre otros: la fe en Jesucristo, la Palabra de Dios, la Eucaristía y los
demás sacramentos, la educación en la fe, el perdón de los pecados, la ayuda material y
espiritual en la necesidad, la llamada al compromiso en la sociedad y la esperanza en la
vida eterna. Seamos agradecidos y amémosla de corazón porque es un don de Dios.

En esta Jornada queremos también dar gracias a Dios por la entrega y dedicación
de tantos que colaboran y trabajan en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana. La
inmensa mayoría lo hacen de forma voluntaria y totalmente gratuita: catequistas,
lectores, cantores y acólitos en la liturgia, voluntarios de Cáritas, visitadores de
enfermos, miembros de los consejos y tantos otros. Su compromiso resulta decisivo,
especialmente en momentos de tanta necesidad como el actual. Y gracias damos a tantos
que con su colaboración económica ayudan al sostenimiento de la Iglesia y su misión.