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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 10:32

El Blog de José Martí. Una mirada a la provincia: de Vall a Algimia de Almonacid

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De una parte a la otra de Espadán, del Alto Mijares al Alto Palencia, el hermoso valle del río Chico

El gran filósofo griego, Aristóteles, repartía sabiduría con sus alumnos de la forma más natural posible, desde la cercanía y mientras paseaban. De esta forma se establecía un diálogo en el que los alumnos podían sumergirse en la naturaleza, observar con su maestro y aprender de sus enseñanzas. A los seguidores de Aristóteles se les llamaba 'peripatéticos', (Peri -alrededor de- y pateticos -paseantes, que iban a pie-) Y su forma de enseñar se conocía como 'peripatos', el que enseñaba mientras paseaba.

Quien conozca a José Martí entenderá perfectamente por qué, el actual presidente de la Diputación de Castellón ha querido dar este nombre a su blog personal: 'peripatos', porque a imagen y semejanza de aquel gran filósofo griego, su objetivo no es sino mostrar todos los recodos de su provincia para que todos sus seguidores sean capaces de llegar a ella pasito a pasito. De recorrer sus calles, de valorar a su gente, y de adentrarse en un territorio que es el gran desconocido para propios y extraños.

Comenzamos el recorrido: de Vall a Algimia de Almonacid

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Pantano de Benitandús, Veo y Alcudia de Veo

"Es un paseo y una delicia pasar de una parte a otra de Espadán, del Alto Mijares al Alto Palancia. Nos gustan las curvas. Salimos de Suera y nos adentramos en la sierra por el pantano de Benitandús, pasando Veo y Alcudia de Veo. Al cruzar la sierra, los primeros pueblos que nos encontramos son los que hoy constituyen nuestro destino:

"Vall y Algimia de Almonacid. Los dos situados en un amplio y hermoso valle regado por el rio Chico."

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Vall-de-Almonacid Foto: Castellon en ruta

 width=Nadie diría que Vall de Almonacid tiene 263 habitantes. Es un pueblo extenso y amplio que cuenta con numerosos servicios. Un imponente edificio municipal acoge parte de ellos, entre los que se encuentra la Unidad de Promoción de la Autonomía Personal, las antes conocidas como ‘unidades de respiro’. Los mayores, atareados con ejercicios de psicomotricidad, nos dan la bienvenida con calidez. En el pueblo se forman y trabajan alumnas y alumnos de un Taller de Empleo que contribuye de manera constante al remozamiento y cuidado de distintos lugares de la localidad: allí un rincón, aquí un ribazo, allá un pequeño muro… ¡Se nota!

Visitamos su parte alta, donde están las calles Calvario y Lentisco, que han sido pavimentadas gracias al plan provincial de obras y servicios. Toni Cases, su alcalde, Eugenio de Manuel y otros concejales son cicerones aplicados y dilectos para que nada se quede por ver. Una pretensión casi imposible, pero nuestra visita es amplia e informada: una explanada-terraza para las fiestas, la travesía de la carretera autonómica, distintos trabajos del taller de empleo, la iglesia parroquial -hoy perfectamente restaurada después de superar un importante problema de conservación- y al final un ‘bocata’ en la plaza con buen tiempo y buena compañía. Enhiesta, seria, expectante, alta de cuatro plantas, la torre del Homenaje del Castillo de Almonacir nos acompaña, vigila el valle y el recorrido.

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Algimia de Almonacid. Panoràmica

Vamos al pueblo hermano de Algimia de Almonacid. Nos cuentan que, como buenos pueblos vecinos, antiguamente sus habitantes respectivos no se tenían mucha simpatía. Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado, hay un buen entente, buena sintonía. Las dos poblaciones tienen un número similar de habitantes y las dos se llenan durante el verano. En La Vall hay más veraneantes vecinos de Valencia y en Algimia, de Barcelona. Seguramente, el destino final de la población que tuvo que dejar el pueblo en los años cuarenta y cincuenta explica la dispar procedencia.

Nos recibe en el Ayuntamiento su alcalde, Rafael González, firmamos en el libro de visitas y nos cuenta realizaciones y proyectos del municipio. La falta de una zona deportiva es su principal preocupación. Se nos unen otros concejales, Miguel Terrén, Eduardo González, Luis Martí, María Ángeles Esperza y Ascensión Martínez, y recorremos el pueblo y visitamos las obras del Plan 135: la adecuación de salas de uso polivalente en el antiguo colegio, que se habilitan para la dar cobijo al nuevo servicio de promoción de la autonomía personal, la asistencia social y un aula de la naturaleza.

En la plaza del pueblo, bonita y amplia, con su fuente y unos fuertes maceteros que la blindan del tráfico rodado, departimos con unas personas ya mayores que aprovechan el momento de Sol para tomar un café. Ya respiran, están vacunados, la pandemia ha sido dura, especialmente con ellos, pero empezamos a ver el final.

En el Bar Cope, el Ayuntamiento dispone de una amplia terraza que espera adecuar para el verano. Al final, al despedirnos, y al ver la tienda abierta, no resisto la tentación de saludar a la tendera. Nací en una tienda de pueblo, conservo sus olores, su desconcierto ordenado, su amontonado haber de todo sin tener mucho de nada. Son un bien a resguardar, un servicio esencial para la comunidad.

La Diputación también está ahí, no es el caso de Algimia, pero subvencionamos tiendas multiservicio a los ayuntamientos que lo solicitan. La pervivencia del pequeño comercio es también un arma antidespoblación.

Decimos adiós Vall de Almonacid, campos de olivos y almendros, al fondo el pico de la Rápita y más allá la sierra Calderona. El Alto Palancia nunca defrauda".

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