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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 20:45

A mí la Selección me da igual

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Daniel Bernat. Graduado en Derecho y especialista en series.

Vaya por delante, para que luego no haya lugar a equívocos: si la Roja gana, pierde o empata, me da lo mismo. Es fútbol, y soy seguidor del deporte rey, por lo que veré sus partidos, como he visto casi todos los de esta Eurocopa. Pero no voy a apoyar a muerte a la Selección como si del Villarreal se tratara, ni tampoco voy a montar una fiesta si resulta ser eliminada de la competición. Precisamente, el principal foco de mi desafección procede de lo que siento hacia el club del que soy aficionado, y que considero que ha sido menospreciado durante años por los diferentes seleccionadores que han ido pasando por el cargo, unas veces más, otras menos, dependiendo de la coyuntura puntual. Estoy seguro que, muchos de vosotros, leyendo esto, pensaréis que eso lo puede decir cualquier aficionado de otros equipos, que siempre los deja de lado España cuando toca llamar a filas a los afortunados; comparto ese sentimiento, porque lo que me ha dejado claro el paso del tiempo es que el listado de turno no se basa en una meritocracia, sino en un conjunto de intereses, que provocan que el entrenador del momento elija de una forma u otra.

Solo así se explica la ausencia de gente como Iago Aspas, Jesús Navas, Sergio Canales o, por volver al Villarreal, Raúl Albiol o Dani Parejo; incluso el tan afamado por la meseta Nacho Fernández, que por su polivalencia, y su solvencia en esta discreta temporada del Real Madrid, podría haber sacado de algún apuro a Luis Enrique. Cuando el mister asturiano proporcionó la lista de nombres, tengo serias dudas de que alguien la apoyara al cien por cien. Los que más saben de esto, alucinaron con algunas de las ausencias y varias de las presencias; los que no están al tanto, conocerían, con suerte, a los justos para formar un once con el que saltar al campo. Había cosas que eran de justicia, como llevar al máximo goleador español de esta temporada, Gerard Moreno, o la inclusión del que ha sido uno de los mejores centrocampistas de LaLiga, Marcos Llorente, pero por lo general, la convocatoria transmitía la sensación de que nos encontramos, por si alguien no lo había captado aún, en una etapa de transición. El problema está en que, sí, muchos de los chicos que están concentrados actualmente con la Roja pueden ser los baluartes del futuro, como Eric García, pero, bajo mi punto de vista, el presente es lo importante para afrontar un torneo de este calibre con garantías, y de ahí que no entienda qué ha hecho él más que Albiol o Nacho este curso futbolístico, por personificar en alguien el tema de fondo, que es que prácticamente ningún alma de este país entiende la lista de Luis Enrique. Pero con este equipo han ido a la competición, así que, es lo que hay.

Una Eurocopa que ha estado cerca de convertirse en una debacle, de no ser porque España formaba parte de un grupo compuesto por tres equipos que, desde luego, no eran de los mejores integrantes del evento y, por lo tanto, a alguno de los tres podía ganar. En el último encuentro llegó una 0-5 a la selección eslovaca, que encima echó una mano (literal y figuradamente) para contribuir al resurgimiento de la Roja. El problema está en que lo de la última jornada debería haber sido lo normal en la participación española; no ganar de goleada, sino vencer a los otros dos rivales o, al menos, no estar rezando en la última jornada para que se produjeran resultados favorables en los otros grupos y que en el Suecia-Polonia llegara el escenario más beneficioso para los intereses de la Selección.

Y en este proceso, ha llegado otro tema que me molesta: el hecho de que no se pueda criticar a “Españita”. Que la cuestión de opinar acerca de si lo que hace o no el combinado nacional haya pasado a ser, en ocasiones, algo semejante a terrorismo de estado. Porque, en este país, se puede opinar gratuita y fácilmente, como bien señaló el certero Morata (nótese la ironía), y si yo pienso que Luis Enrique y los futbolistas están teniendo una actitud, cuanto menos discutible, hacia todo lo que les rodea, poniendo a todos los demás de enemigo público, pues lo digo y ya está. Tras vencer a Eslovaquia, el seleccionador tuvo los arrestos de comentar que no se habían quejado de casi nada. Supongo que su amnesia será selectiva, dado que en todos los partidos, o bien era el césped de La Cartuja (he visto terrenos de juego de Segunda B en mejor estado, todo sea dicho), o que la afición pitaba al magnífico nueve de la Roja (de nuevo, sarcasmo), o que la prensa conspiraba contra ellos, y que cuando marcara Morata tres o cuatro callaría bocas. Sigo esperando a que el ariete de la Juventus me calle.

Históricamente, ponerse a la gente en contra siempre ha funcionado bien, claro que sí. Que se lo digan a los monarcas franceses, por decir un ejemplo. Supongo que ahora la Roja respirará tranquila, porque todo lo que les queda de competición la disputarán lejos del hostil ambiente de España y Sevilla, ciudad en la que, como de todos es bien sabido, se desprecia y se maltrata al equipo del país (otra vez, ironía). Con ese tipo de actitudes, se hace muy complicado que la gente se ponga de tu lado. Ver como Gerard Moreno falla un penalti, y que le sustituyan al minuto, no sé cómo le benefició psicológicamente hablando, cuando estuvo Luis Enrique dando la tabarra con que había que apoyar a Morata durante toda la semana porque falló muchas ocasiones; de nuevo, el mister creo que padece amnesia selectiva, o que prefiere apoyar a unos que a otros. Imagino que de ahí surgió la idea de que el goleador de la Vecchia Signora asumiera la responsabilidad de lanzar el penalti a favor contra Eslovaquia, en lugar del que erró la pena máxima días antes, para que el delantero madrileño nos callara la boca a todos con su gol (qué bonito es a veces el karma). La Selección no debería estar preocupada de cerrarnos el pico a detractores o a sus más fervientes seguidores; tendría que estar centrada en hacer su labor, que es demostrar que, como bien promulga Luis Enrique, es una seria candidata a ganar la Eurocopa (de las seis u ocho favoritas dijo en el post partido frente a Eslovaquia). Eso lo creerá él, porque yo, y muchos españoles, no compramos ese discurso, sinceramente.

Con todo, el fútbol es imposible de destruir. Un conjunto como Hungría ha estado a punto de cargarse a una de las tres serias candidatas para conquistar la Eurocopa, o la vigente campeona, Portugal, alzó el trofeo hace cinco años con una participación modesta cuanto menos en la fase de grupos (se clasificó para octavos con tan solo tres puntos sumados). Por lo tanto, si me preguntáis si España puede ganar la Eurocopa, yo os diría que sí. Si la ganó Grecia en 2004, ¿por qué no? Otra cosa es si nos ponemos a analizar fríamente el cuadro que se le viene por delante, y los otros conjuntos que parten como más favoritos que la Roja. Igual ahora que juegan lejos de los focos de presión que tenía el combinado nacional, se desmelenan y se convierten en la Brasil del 70, y Morata se convierte en el pichichi de la competición, Balón de Oro y delantero perpetuo de España. O no. Por lo único que me alegraría es por ver a un paisano mío, Pau Torres, alzar el título de campeón de un torneo futbolístico por segunda vez esta temporada (que sí, que el Villarreal ganó la Europa League hace cosa de un mes, es la leche); por lo demás, que no se lesionen ni él ni Gerard, y ya estaría. Mucha suerte a España en lo que le queda, y que dejen de buscar el enemigo en lugares inexistentes, y se concentren en dar una imagen más digna que la ofrecida en esta fase.