Rafa Cerdá Torres. Abogado.
A nivel de acontecimientos, 2013 está demostrando un alto grado de promesas. Nadie se hubiera atrevido a aventurar la extraordinaria cadena de acontecimientos que los dos escasos meses del año nuevo, se están sucediendo: la renuncia al papado realizada por Benedicto XVI, la escalada nuclear con la que amenaza la esquizofrénica Corea del Norte (sobre la que ningún partido de izquierda ni susurra frente al hipercriticismo contra los Estados Unidos), la inminente desaparición del presidente Hugo Chávez y la deriva de su "revolución bolivariana", el planteamiento de un referéndum en Reino Unido sobre su permanencia en la Unión Europea, el cansancio de amplias capas de las sociedades occidentales respecto a los partidos políticos tradicionales, el arranque del segundo mandato del presidente norteamericano Barack Obama, la deriva islámista radical de la llamada Primavera Árabe, .... hechos y acontecimientos para todos los colores.
En casa, un olor a putrefacción parece impregnarlo todo. Los mediáticos escándalos de corrupción están a la orden del día: desde el presunto reparto de sobres a modo de sobresueldos en el Partido Popular, el derroche infinito del escándalo de los EREs y su fraude en la Junta de Andalucía (muy discreto por cierto en contraste con otros hechos de comportamientos fraudulentos), las escuchas multi-direccionales que una Agencia de Detectives catalana ha practicado a todo bicho viviente en territorio de la Generalitat por cuenta y orden de todos los partidos políticos, el enriquecimiento corrupto presuntamente del duque empalmado, perdón, de Palma, don Iñaki Urdangarín y su listísima forma de sacar tajada a su condición de yerno real, etcétera, etcétera. Y por si fuera poco, la guinda del pastel: el Debate del Estado de la Nación, celebrado en el Congreso de los Diputados la semana pasada, y en el que cada uno iba a lo suyo. Novedad destacada: el mejor amigo de Rajoy se llama Alfredo, de apellido Rubalcaba, su intervención frente a la actuación del Gobierno a lo largo del último año, se resume en una palabra: jajajajajajaja. Mejor regalo al gobierno no le pudo hacer el presunto líder de la oposición. Fortaleció a quien debía derribar.
Repito: todos fueron a lo suyo, cada uno con su catálogo de prejuicios y lista de afrentas, quejas y críticas sobre lo poco democrático que es todo el mundo menos el partido político o formación que esgrime sus razones en la tribuna parlamentaria. El mejor resumen lo efectuó una amiga en su cuenta de una red social: Estado de la Nación: harta. Ganador: la casta. Perdedor: la ciudadanía. Mientras tanto, el día a día para millones de ciudadano será el afrontar una realidad que no entiende de discursos y de intereses de partido, el trabajo duro, la responsabilidad y la decencia personal, son la verdadera respuesta de hombres y mujeres dispuestos a trabajar para mejorar sus vidas. Esta nación no debate, trabaja.
