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sábado, 1 de junio de 2024 | Última actualización: 00:42

La cultura de las facturas…

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Dora Llop Montón. Secretaria general PP Vila-real.

Algunos etólogos han hablado del término “cultura”  para referirse a costumbres, actividades o comportamientos transmitidos de una generación a otra. Por otro lado, el que probablemente podríamos llamar padre de la actual socialdemocracia europea y por ende, la de nuestra Vila-real, Karl Marx, a pesar de la opinión generalizada de su tiempo, puso atención en el análisis de las cuestiones culturales, y específicamente en su relación con el resto de la estructura social. Para él, la cultura, era como uno de los medios por los cuales se reproducen las relaciones sociales de producción, que permiten la permanencia en el tiempo de las condiciones de desigualdad entre las clases sociales.

Es de suponer, que dicha creencia  debe de compartirla seguramente nuestro concejal de cultura  Alberto Ibáñez Mezquita,  tanto por su coincidencia en ideas radicales de izquierdas, como por una nefasta gestión del ámbito cultural de Vila-real ya que ahora la cultura llega a menos de la mitad de ciudadanos que en el gobierno del PP, puesto que ha conseguido reducir el número de abonados al Auditori a la mínima expresión.

Tal es el despropósito de tan inspirado concejal que desde que lo puso al frente de la cultura de nuestra ciudad, el señor Benlloch, otro “genio” de la inteligencia gestora…  el presupuesto de su área ha acabado duplicándose todos los años.  Solo por poner el ejemplo más cercano, 2014. En lo que llevamos de año, que aún no son diez meses,  su presupuesto, que partió 700000€ se ha multiplicado  casi 1.300.000€. Y esta cantidad sólo contando lo “malgastado” en el auditorio, sin contar museos, archivos y, biblioteca. Estamos hablando de 216 millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto ¿en qué las ha gastado? porque en cultura, desde luego no se ha visto el rendimiento

Probablemente en el ‘Centre Dramàtic’ que siempre contrata  a los mismos pero encima, sin concurso público. (Otra gran muestra de transparencia gestora y política del concejal de Compromís). Se suponía que este centro, en teoría, se autofinanciaría y serviría para paliar el paro del sector. Pero realmente, se ha convertido en un pozo sin fondo que solo ha sido contratado por el propio ayuntamiento y, por la Diputación de Castellón a instancias del entonces diputado de cultura y también vila-realense, Héctor Folgado, en un intento colaborar en el impulso a la cultura de su municipio.

Así que después de optar por una fórmula ‘público-privada’  para la promoción del teatro entre nuestros jóvenes; de hacerlo sin concurso público; sin contar con todo el sector cultural  de nuestra ciudad, (ese que según el Sr. Ibáñez representa al 5% del PIB local); bajar a mínimos históricos los abonos y, la recaudación de taquilla, la cultura de Vila-real aparece como tierra campa.

Puedo afirmar dentro de mis derechos como ciudadana que el señor Ibáñez hace alarde de una gran incoherencia  luego de llenarse la boca en discursos grandilocuentes y populistas (hechos comunes dentro de su partido Compromís).  Quien por un lado, anda arengando a la transparencia en las Instituciones mientras están en la oposición, haciendo alarde de una arrogancia moral que ralla la prepotencia; por otro lado, cuando les toca gobernar, cuando tienen capacidad de decisión, se muestran como verdaderos manirrotos y chanchulleros.

El problema es que, esto que les cuento no es todo. El mayor presupuesto de la historia en la concejalía de cultura de Vila-real, en lugar de impulsar nuestra cultura, la ha convertido en el hazmerreír de la provincia. Y encima con más de 150.000 euros en facturas escondidas en los cajones que ha dejado esquilmados hasta tal extremo, que el propio departamento de intervención, alertó al concejal que sólo le quedaban 7euros.

Será que como decía al principio, Karl Marx y el señor Ibáñez no ven con buenos ojos la cultura, el primero porque creía que fomentaba la desigualdad de clases y el segundo porque lo constata contratando siempre a los mismos y, por tanto marginando al resto de la clase cultural de nuestro pueblo.