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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 12:25

Sánchez y el socialismo del siglo XXI

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Santiago Beltrán. Abogado.

Parece diferente aunque no lo podamos afirmar ni saber por ahora. Lo es en tanto que no es el político de última generación, sin oficio ni beneficio, sin experiencia laboral o incluso sin estudios universitarios. Es cierto que tener todo ese bagaje tampoco garantiza nada, pero al menos es un mínimo que se le debe exigir a cualquier político, sobretodo cuando dirige un partido de la hegemonía e historia del socialista obrero español, o incluso si sus aspiraciones son de candidato a presidente del gobierno.

Sánchez es joven, economista, profesor universitario, habla dos idiomas (francés e inglés, a muy buen nivel dicen quienes le conocen), tiene un pasado de cotizante a la seguridad social, tanto por cuenta ajena como de autónomo. Incluso como Suárez, guapo o al menos resultón. Parece mas que un candidato al uso, un producto de marketing de agencia de publicidad. Ahora solo falta que tenga un buen fondo y que resuelva las enormes dudas que deja su antecesor en el cargo y su propio partido.

En definitiva, no sabemos si estamos en presencia de un nuevo ZP o ante alguien de más fuste, al menos alguien que haya aprendido de los errores mayúsculos del negador de la crisis más importante de los últimos tiempos. Por suerte para todos Pedro Sánchez no tendrá que aprender economía en una sola tarde ni permanecer solo y apesadumbrado en las cumbres internacionales por no tener conocimientos de los idiomas oficiales.

Pero claro es, que su reto es mayúsculo. Tanto, que el PSOE depende de su acción política para volver a ser una mínima opción de futuro gobierno o por el contrario quedarse definitivamente en los huesos. Si Sánchez no cumple objetivos el futuro de su partido quedará relegado a la mínima expresión, incluso por debajo de fuerzas emergentes como UPyD, IU, o Podemos.

Y no creo que vaya a ser lo primero y si lo segundo, si su elección de liderazgo se empeña en mimetizar ciertos radicalismos de nuevo cuño y muy en boga. Apostar por la socialdemocracia y por un discurso moderado y de centro, es la alternativa única, junto con la idea de una sola España (que sea de corte federalista o no es lo de menos), sin mas devaneos con los nacionalismos periféricos. Se deberá olvidar de la política de descontrol del déficit público o de políticas expansivas del gasto público, porque el Estado del Bienestar se defiende desde el ajuste y la rigurosidad de las políticas económicas y no desde el despilfarro y el descontrol. Que mire al vecino del norte, donde el partido de su misma ideología ha debido acudir al ‘paisano’ Valls para corregir la deriva económica de Hollande. Y por supuesto creer como dogma de fe en la regeneración democrática de las instituciones y fundamentalmente de los partidos y sus políticos.

Sánchez deberá mirar con inteligencia retrospectiva al Congreso Extraordinario posterior al número XXVIII, donde se materializó el órdago de González de abandonar el marxismo como línea ideológica de su partido. Aquello le permitió ser en un primer momento la segunda fuerza más votada y posteriormente obtener la victoria más holgada en unas elecciones democráticas, nunca superada en España desde entonces.

El PSOE está en esa encrucijada 35 años después. Es el momento de ser osados y lanzar un órdago a la grande, que cambie los cimientos del partido y acabe con las mentiras de tantos políticos mezquinos e indigentes intelectualmente. Es esto o la desaparición, y no creo que nos podamos permitir esto último.