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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 11:47

Un mundo feliz

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Santiago Beltrán. Abogado.

Científicos alemanes han descubierto el secreto de la felicidad. Ahora es posible soñar despierto, y no solo eso, sino además controlar voluntariamente lo que sueñas y el no va más, verte a ti mismo desde el exterior. Es decir que, no solo puedes imaginar lo que quieres vivir, sino decidir lo que va a suceder a continuación y ser testigo observador de todo ello. Es la perfección absoluta, ser guionista, actor, director y espectador del mejor de los sueños, la vida que quisieras regalarte.

Si Aldous Huxley levantara la cabeza cambiaría de inmediato el ‘soma’ de su ‘mundo feliz’, por la estimulación a través de corrientes eléctricas inocuas del invento alemán, que son capaces de generar en el cerebro un incremento de las ondas gamma, que en una frecuencia determinada permiten disfrutar del que denominan ‘sueño lúcido’.

Claro que, este descubrimiento podría caer en manos inapropiadas y con una adecuada alteración o, quizás, con la elevación de la frecuencia, pongamos por caso, conseguir los mismos efectos, pero inducidos y controlados por personas u organismos interesados, eliminando de este modo el voluntarismo del individuo sometido, el cual pasaría de un estado de libertad somnolienta a actuar como un títere o marioneta del sistema.

Póngamos como ejemplo que las élites políticas de este país, puestas de común acuerdo en una ‘gran coalición’ como hoy se propone por algunos ‘bienpensantes’, para consolidar definitivamente el bipartidismo, ahora discutido por la mayoría de los ciudadanos, pudieran tener a su alcance el invento de marras, debidamente modificado para ejercer el control de nuestros sueños lúcidos, y decidieran utilizarlo con fines electorales en beneficio propio. Tendríamos alternancia ‘a dúo’ hasta el fin de los tiempos.

Imaginemos una próxima crisis económica que se nos venga encima sin solución de continuidad a la actual, como algún ilustre economista vaticina, derivada de la deuda pública estratosférica de los presupuestos nacionales de los países del primer mundo, de la excesiva flexibilización de las políticas monetarias, del mantenimiento artificial de los tipos de interés excesivamente bajos, de la desinversión privada masiva y de la subsiguiente hiperinflación, ¿cómo podrían controlar los gobiernos de turno a las masas empobrecidas, mucho más de lo que lo están ahora?.

Es bastante previsible que el futuro solo podrá sostenerse si a cambio de trabajo y bienestar económico, la población pueda alcanzar la felicidad del mismo modo sin contar con bienes y derechos tan fundamentales. La necesidad de entretenernos sin que se impongan las preocupaciones del día a día, será el primer mandamiento de todo programa político electoral, y para alcanzarlo, la investigación científica del cerebro humano, con sus sueños y pesadillas, un objetivo prioritario.

Quien afirma que las economías occidentales invierten demasiado poco en I+D+I, tendrá tiempo suficiente para arrepentirse en los próximos años, a no ser que evada el problema inyectándose una sobredosis de ondas gamma.